¡Hyung! ¿Qué es el sexo? [Yoonmin] [Adaptación]

[Extra IV] Estado

Ya habían pasado un par de meses de sexo y deseo, incluyendo, de vez en cuando, viajes por parte de Yoongi y días solitarios en Jimin.

Algunas veces con algunas discusiones que no duraban mucho, ya que en minutos se reconciliaban.

¿La razón de esas esporádicas discusiones?

Jimin estaba en estado, ya con unos meses, y eso a Yoongi le encantaba.

Le gustaba que su pequeño soltara un espléndido aroma, tal vez perfume. También le gustaba la pancita suave que tenía, haciéndose un poco más grande con el paso de los días.

Sin embargo, ya no hacían tanto el amor como antes por el miedo de lastimar al bebé y que ocurra un aborto espontáneo o simplemente porque Jimin estaba muy cansado por el largo día.

Hoy ambos saldrían a pasear, cosa que hace bastante no hacía. Ese día Yoongi mimaría mucho a su novio; le compraría ropa nueva, le invitaría a comer e incontables cosas que tenía planeado.

Pero lo que más quería hacer era... pedirle matrimonio.

Llevaban ya muchos años juntos y, con su novio en estado, se encontraba decidido en pedírselo.

—Hyung, me da calor —se quejó.

—No, pequeño, ni se te ocurra quitarte el abrigo —advirtió con el ceño fruncido.

—Los abrigos, hyung —corrigió—. Sólo uno, ¡me voy a quemar internamente por el calor! —protestó.

Un puchero se instaló en los labios de Jimin, haciendo que sobresaliera más su labio inferior, provocando risitas por parte del mayor.

—Sólo uno —desistió finalmente, soltando un suspiro.

Jimin dio varios saltitos y luego se sacó la chamarra más superficial.

—Pero como no tienes el abrigo, te pones este gorrito —dijo.

—Ah... bueno —bufó.

El menor agarró el gorro de lana y se lo puso, quedando, para la vista de Yoongi, alguien tierno e inocente.

Después de un rato de estar cuestionándose, por fin salieron.

Primero Jimin quería un helado en pleno día de frío, y a Yoongi no le importaba demasiado el frío, le gustaba más la felicidad de su novio y de su futuro bebé.

—Hyung, quiero uno de chocolate —dice mientras hace un puchero, ocasionando que su belfo inferior se vea más rojo.

—Bien, pequeño —se rindió ante la hermosa escena que le regalaba el menor.

Jimin se puso a saltar, literalmente, como si fuera un pequeño niño al que le compran sus juguetes y dulces favoritos.

Unos minutos después se sentaron en una mesa cercana a la gran ventana, la cual dejaba a la vista todo el paisaje, y se pusieron a comer sus helados.