Nuevo Comienzo

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A la salida del trabajo se fueron a la misma heladería de siempre, no tenían muchas ganas de hablar, pero la situación que se aproximaba los tenía a la expectativa, y lo menos que podían hacer era darse apoyo moral, así no hablaran, no expresaran nada, sólo con saber que estaban allí el uno para el otro era suficiente.

-¿Cómo es que no estás emocionada? -preguntó Lucía.

- No lo sé. Creo que estoy mas bien asustada - respondió Alicia.

- Pues yo pienso que las dos están locas - dijo Alberto.

- ¡Cállate!, tú no nos entiendes, no puedes verle la emoción a la vida porque todo te da igual. - exclamó Lucía.

Todos quedaron en silencio, pensando cada uno en lo que pronto podía suceder y en las consecuencias que directa o indirectamente podían derivarse del gran evento.

Los tres muchachos trabajaban para una empresa de diseño, donde Alberto era el más antiguo en su puesto de trabajo. Sin embargo, los tres se sentían como perfectos inútiles. En realidad sus labores no eran la gran cosa. Como Alberto era el que tenía mejor manejo para los números y las cuentas, era el encargado de llevar las facturas en orden, e introducir todos estos valores en una base de datos. Eso era todo. Lucía, como era una muchacha simpática y extrovertida, era la encargada de solicitar a cada departamento de la empresa y a los vendedores, todas las facturas, para que Alberto las organizara. Eso era todo. Y Alicia llevaba la organización de toda la documentación. Eso era todo. Juntos integraban el departamento de finanzas de Artist&Deco, C.A.

- Creo que la ocasión es propicia para realizar un brindis con helado - dice Lucía, rompiendo el silencio y sacándolos de su ensimismamiento.

- Mas o menos ¿Por cuál razón deberíamos brindar Lucy? ¿Por qué se va un loco y llega otro aún mas loco? - dice Alberto.

- No lo veas de esa manera Albis - así es como le decía Lucía a Alberto. Ella decía que era en forma de cariño, pero él odiaba ese apodo. En el fondo no quería decirselo porque no quería romper la armonía que existía entre ellos. - Tienes que verlo como la oportunidad de conocer gente nueva, de aprender algo más interesante, que sé yo, piensa cosas bonitas.

- Es difícil hacerlo, lo único que siento es el miedo de que cuando lleguemos a la oficina el lunes en la mañana nos consigamos con el mismo diablo con cuernos, cola y tridente. Es el único que puedo imaginarme que es peor que Daniel. Es más, llegaría a pensar que están casi al mismo nivel.

- Bueno chicos ya basta, que me están poniendo nerviosa - interviene Alicia, ya la conversación está tomando un rumbo que a ella no le gusta.

- ¡Ali!, ¡tu eres la que debería estar más alegre de nosotros tres!, Daniel era una total porquería contigo. Sé que en el fondo no es una mala persona, y que tendrá sus problemas al igual que cada uno de nosotros, pero ese tipo tiene que calmarse. Cuando está feliz es lo mejor que hay, pero cuando está enojado, hay que temerle. - dice Lucía - bueno, como sea, brindemos porque el lunes sea un gran día y nuestro nuevo jefe sea grandioso.

- ¡Ay Lucy!, eres tan tierna cuando te inventas tu mundo de fantasía y nos quieres llevar contigo - dice Alberto.

Todos juntan sus barquillas, chocándolas entre si, con la esperanza de que este cremoso y sabroso mantecado les repare una suerte que no están muy seguros de obtener.

Historia de oficina #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora