La Cena

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Son las cinco de la tarde y Alicia decide que es hora de empezar a arreglarse. Se da una ducha y al salir examina su closet porque, al igual que en las cenas anteriores, no sabe que ponerse. Es muy común que su jefe los invitara a cenar; Alicia supone que es porque se sentía solo y debido a su forma de ser no tiene a nadie a su alrededor.
En su closet ve una de sus camisas preferidas, una azul de chiffon; pero le parece poco profesional ir a una cena vistiendo una camisa casi transparente y que se le vea el sostén. Aunque, pensándolo bien, esa cena no tiene nada de profesional, ¡van a comer con su ex-jefe! le parece algo realmente loco; pero aún así siente la obligación de ir.
Al final opta por un vestido de flores y se coloca encima su chaqueta de jean. Siente que esa chaqueta ha sido la mejor inversión que ha hecho, no le importa haber comido arroz toda una semana para ahorrar y comprársela.
Se coloca solo un poco de maquillaje, polvo compacto y rubor rosado; porque a las pieles blancas les va bien ese color, y un poco de brillo labial. Se mira en el espejo y se da cuenta de que se ve muy linda; y piensa que últimamente no ha invertido mucho tiempo y dinero en ella; y que debería empezar a hacerlo.

Sale de su apartamento y se dirije a la estación del metro mas cercana. En una ciudad como Caracas es difícil conseguir el metro desocupado y por lo general siempre hay gente por la calle. Pero como no amar Caracas. Tiene un clima fresco que para nada se puede conseguir en el oriente del país; que es de donde ella viene. Decidió mudarse de Puerto la Cruz después de la muerte de su abuela; pero es mejor no pensar en ella porque eso la entristece.

Compra el ticket del metro y baja las escaleras para esperar. Son solo tres estaciones de allí hasta el restaurante que escogió Daniel.

De repente oye una canción de Chino y Nacho saliendo de su cartera.

《¡Oh por Dios!》Piensa para sí. 《¡Se me olvidó colocar el celular en modo vibrar! ¡me van a robar!》

Busca su celular en la cartera y no lo consigue. La música sigue sonando y se oye la voz de Chino: 《me voy enamorando, oh uh oh, me voy enamorando》Alicia comienza a desesperarse y continúa hurgando en su cartera. Ese siempre ha sido y será el problema de las mujeres; que su cartera es un agujero negro donde todo entra y nada sale.

Finalmente lo consigue y lo apaga; justo en el preciso instante en que viene llegando un tren. Se sube rápidamente al vagón y como era de esperarse, no consigue un puesto disponible y se queda de pie, agarrada de uno de los asidores. Todavía está un poco nerviosa. No sabe quién la estaba llamando pero presiente quién era: Daniel.

Es un fastidioso sin remedio.

Después de media hora llega al restaurante y entra.

- Buenas noches. Vengo a la mesa del Sr. Daniel Rodríguez - le dice al mesonero.

- Buenas noches, ya el señor ha llegado y la espera en la mesa del final. La que tiene el mantel rojo. Se percata de que todas las demás mesas tienen un mantel blanco.

《¿Mantel rojo?》piensa Alicia. 《Ese Daniel todo el tiempo queriendo destacar》

Llega a la mesa y se sienta. Daniel no levanta la vista del menú y cuando ella lo saluda el ni se inmuta.

Cinco minutos después llegan Alberto y Lucía. A Alicia le parece raro que hayan llegado juntos, pero ella sabe que en toda esta situación lo raro es la norma. Los chicos se sientan y Alicia los saluda.

- ¡Hola chicos!
- Hola Ali - dice Alberto - ¿como van los minutos de silencio?.
- Bueno creo que bien; incómodos como siempre - y comienza a reírse.

Daniel levanta la vista del menú y lo cierra. Los mira a uno por uno y se le ve una determinación en sus ojos como nunca antes lo han visto.

- Buenas noches ex-compañeros - los saluda y carraspea - se que en esto de las situaciones sociales no soy muy bueno; pero realmente quiero hacer un esfuerzo por dejarles una mejor impresión de mí y de que pueda irme en paz.

Alicia medita un rato en lo que Daniel acaba de decir; mientras oye que Lucía y Alberto le dicen algo a Daniel pero no distingue, porque no está prestando atención. Es increíble la poca memoria a largo plazo que tienen algunos. Este tipo cree que con una cenita en un restaurant super caro va a remediar este año de trabajo tan pésimo a su lado. Gritos, estrés y agobio eran el plato fuerte de todos los días.

- Creo que Alicia se ha ido a su mundo - dice Lucía y la observa con una sonrisa - ¿Ali estas aquí?

- Si, si aquí estoy - dice Alicia saliendo de su ensimismamiento- Solo estaba pensando en lo agradable que es este lugar - miente por educación. No puede decir lo que en realidad estaba pensando porque ya comienza a sentir el fueguito en el estómago que indica un enojo aproximándose. Daniel pretende quedar bien con ellos al comprarles comida sabrosa y Alicia sabe que es muy tarde para eso; que lo malo que haya hecho no se borrará con un plato fuerte y un postre; y le indigna que él vea las cosas de ese modo. Como si las personas tuvieran algún precio; alguna debilidad que les haga traicionar su conciencia.

Daniel observa a Alicia y sabe que ella no se siente bien con toda esta situación. Ojalá ella pudiera ver todo el panorama y supiera que él está tratando de pedir perdón por todo lo malo que les ha hecho pasar. Él sabe que los ojos son la ventana del alma y los que revelan nuestros sentimientos; y sabe también que tanto en los ojos de ella como en los de él se puede ver manifestada la amargura del recuerdo de los malos ratos vividos. A veces es así; en la vida hay agrios y hay dulces, solo debemos escoger con cuidado nuestro sabor.


Historia de oficina #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora