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La Cafetería 

Jayden 

—Llévame —pidió por enésima vez.

Pongo los libros, que debería poner en las cajas, sobre mi escritorio con algo de fuerza haciendo que se sobresalte, llevo mi mirada hacia el. 

—Por…. Favor —murmuró asustado ante mi mirada casi furiosa por su insistencia. 

—Mañana entramos a la facultad, en vez de joderme deberías estar haciendo tus maletas ¿No creés? 

Se sentó sobre mi cama, como todo un fresco. 

—Ya las tengo listas, tengo lo necesario —levantó sus hombros— llévame a esa cafetería en donde trabajas, vamos, hazlo por mí 

—No 

Volví a mis cosas, metí los libros necesarios a las cajas, saqué mi maleta metiendo mi uniforme y ropa casual. Inicio de año, es volver a entrar a la facultad, vivir allí de lunes a viernes, suena aburrido pero no lo es, no cuando te acostumbras. 

Terminé de ordenar los libros y mi ropa, las pongo al costado de la puerta de la habitación para poder cambiarme, ir a la facultad antes de que ya no hayan inscripciones o habitación libres, me podría quedar en la nada y es la única facultad que me llegó a agradar. Ya cambiado, el silencio que abunda la habitación me asusta, más si Logan está aquí, la última vez casi se incendia. Salgo rápido para buscarlo por la casa y no lo encuentro, salgo para revisar el pasillo y bueno, no está, seguro se fue. 

Me giré sobre mis talones para volver a entrar pero el imbécil ese yacía parado, impidiendo mi paso. 

—En tu moto o mi carro —sugirió sonriente. 

 «Maldito desgraciado» 

—Bien, te llevaré y luego tú me llevarás a la facultad para dejar mis cosas. ¿Oíste? 

Asintió repetidas veces. 

Cerró la puerta, bajamos a la recepción saliendo del edificio, nos acercamos a su auto y subimos. Claro, yo de piloto. 

—Sabes, espero que nos toque juntos otra vez —canturreo. 

Empiezo a manejar ignorando sus palabras. 

—¿Y si nos ponen en pisos separados? Juro que iré a verte todos los días 

—Quieres callate, estresas —murmure sin quitar la mirada del camino. 

—¿Algún día dejarás de ser así? —preguntó aburrido. 

—No, ahora callate. 

Otra vez, silencio.

Un buen silencio, que me enviaba muchísima paz al alma, detengo el auto ante el semáforo que está en rojo. 

—Yo se que vendrá alguien a cambiar esa hastiada actitud —volvió a abrir la boca, teniendo a Logan creo que no existirán los momentos de paz.

—Logan —lo mire— ¿Has vuelto a tener otra novia? 

Desvió su mirada hacia sus piernas y negó. 

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