─Monkey D Luffy siempre ha sido alguien particular, así que, no es una gran sorpresa que el reencarne en un espíritu, ¿es eso tan siquiera posible?
Bueno, el nuevo rey siempre encuentra un modo para sorprender a quienes le rodean, ¡acompáñalo en est...
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—It's all right.
El joven pecoso se recarga vagamente en la barra, observaba atentamente las luces del restaurante, perdido en varios pensamientos que tenían como protagonista a su hermano menor, deseaba el convivir con él, pero ya no como de humano a fantasma, deseaba abrazarle y poder hacer travesuras nuevamente, le valía una mierda que ya pronto estaba por cumplir dieciocho años, no hay edad para dejar la diversión.
Deseaba que su hermano conviviera de nuevo con sus viejos amigos, pero sabia no podía apresurar las cosas, era un verdadero milagro que haya podido cruzar caminos con Trafalgar, Zoro y Usopp, no quiere ni imaginar como hubiesen sido las cosas si alguno de los viejos compañeros de Luffy viviese al otro lado del mundo.
Pero a pesar de haberse encontrado con aquellos tres, no era suficiente para traer de vuelta a su hermano menor, suspiro sonoramente y recargo su mejilla en la madera recién limpia.
—Hombre, si cualquiera te viera pensaría que andas deprimido por un amor o algo.
El azabache llevo sus ojos a donde provenía la voz de su amigo, encontrándose con Thatch que se encontraba peinando su cabello para poder hacerse un chongo bajo.
Al no dar ninguna respuesta, el mayor abrió sus ojos en grande y rápidamente se posiciono delante del menor.
—¿Realmente es eso? ¿Tiene que ver con que golpearas al pobre chico rubio? Recuerdo incluso vinieron a comer crepas antes de que aquello ocurriese...
Ace frunció suavemente su ceño sin comprender del todo las palabras del contrario, hasta que sintió como si un balde de agua le hubiese caído encima, se levantó con rapidez y negó asustado.
—¡Que mierda Thatch, no! No tiene que ver con ningún mal de amores y esas cosas, aparte Bo es solo mi mejor amigo de infancia.
—Uff, menos mal porque allí viene, ¡Au revoir!
Y tras esa corta despedida en francés, el castaño desapareció por la puerta de la cocina, el pecoso puchereo al verse abandonado, sintió un apretón en su mejilla y lanzo un manotazo hacia su hermano.
—¿Por qué Thatch salió corriendo? —cuestiona Sabo dejando su mochila en una de las sillas delante de la barra.
—Está loco, ignórale. Sabes que te quiero y aprecio mucho Bo, pero, ¿a qué debo tu asquerosa presencia?
—Aw, también te amo Ace. —bufa risueño el rubio cruzándose de brazos, se recarga en la barra y ve atentamente a su hermano. —Debo de recoger unos paquetes del local y luego ir a entregarlos a otros sitios, así que dudo podamos irnos juntos.
