─Monkey D Luffy siempre ha sido alguien particular, así que, no es una gran sorpresa que el reencarne en un espíritu, ¿es eso tan siquiera posible?
Bueno, el nuevo rey siempre encuentra un modo para sorprender a quienes le rodean, ¡acompáñalo en est...
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—Anything for them.
El resto transcurrió con normalidad, el muchacho pecoso trataba de centrarse únicamente en el trabajo y en sus compañeros, quería no sobre pensar aquella silueta que le había sido conocida por alguna extraña razón, ya estaban por cerrar, asi que se encontraba terminando de limpiar las mesas de fuera, cuando un hombre castaño se le acerco con un bote de basura.
—Hey Ace, ¿puedes llevar la bolsa al contenedor del pasillo? —El cocinero ha hecho un mohín y suspirando por lo bajo, el menor no va a negarse.
—Bien, dame eso.
Tomando así una de las orillas del bote, comienza a caminar con este en dirección al pasillo en el que yace el contendedor grande de basura y es el que termina tomando la camioneta. Con tranquilidad, abrocha la bolsa y comienza a jalarla, logrando sacarle la echa al contenedor.
Esta por volver, más se queda congelado, girando poco a poco su rostro se da cuenta de que esa silueta esta allí, más ahora es reconocible, sus ojos se ensanchan, incapaz de creer que ese hombre está aquí.
—Tiempo sin verle, comandante.
No puede hablar, nada sale de sus labios, lo único que ha podido hacer es fruncir sus cejas azabaches y tensar la mandíbula, el hombre moreno y regordete está sonriendo en grande, lleno de diversión.
—No vengo a hacerle nada, comandante —habla el moreno, yace tranquilo—, solo quería preguntarle algo, ¿su hermanito está aquí?
El cuerpo del azabache se tensó y su pecho comenzó a subir y bajar, no sabe nada de Garp y mucho menos de Dragon, y ahora este bastardo está aquí, preguntando por Luffy.
—Cabrón...
—Oh comandante no se enoje, su hermano me la debía zehahaha —comienza carcajearse, posando ambas manos en su barriga.
Ace en un rápido movimiento ha tomado una de las escoba que yace en el pasillo y girando su cuerpo lo lanza contra Teach.
—¡¿Qué le hiciste?! —gruñe, poniéndose en una posición defensiva.
Tal parece Teach sigue siendo un poco idiota, pues no ha logrado reaccionar a tiempo y la escoba le ha golpeado, pero eso no borra su gran sonrisa y la malicia en su mirada.