Kei

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Lo siento, no era mi intención...

—¿Por qué eres tú quien me hace las preguntas? No eres el oficial. —Kei dice con molestia, mirando a su tío.

—Porque yo ya sé que relación tenías con Daniel y tus manías. —responde sentado en un sillón del lado derecho del lugar, mientras que Kei estaba sentado en una silla frente al escritorio. —Aparte quiero pasar tiempo con mi sobrino.

Kei lo mira mal, para después mofarse y mirar hacía la ventana izquierda. —Yo no lo asesiné.

—Eso no es lo que dijo Kim Sunoo.

Kei suelta una risa forzada. —¿Y debe importarme lo que ese idiota diga? Era un drogadicto.

—Era. —el hombre asiente, aún acostado. —¿Y de quien fue la culpa?

Kei voltea a ver a su tío. Este le sonreía como si ya supiera todo. —De él. —Jungkook alzó las cejas. —Él fue quien se metió todas esas mierdas. Y por eso murió.

—Hay personas que dijeron que los vieron juntos varias veces.

Kei rodó los ojos y lo miró. —¿Estás interrogandome por la muerte de Daniel o de Sunoo?

—Sunoo mencionó todo. —se levantó. —Y cuando digo todo, es todo. —Se posiciona muy cerca de él, haciendo que Kei levantara su mirada. —¿Tú padre es una buena influencia, eh?

—No es asunto tuyo. —responde tosco, levantándose de golpe, y ahora viendo de frente a su tío.

El hombre ríe, negando, para después caminar a la silla del director. —Solo quiero saber por ti, sobrino. —cruza las piernas. —¿Por qué eres culpable?

—No soy culpable. —responde cruzándose de brazos. —¿Tengo que repetir todo? —camina hacía la puerta. —Tengo cosas que hacer.

—¿Con Hanbin? —pregunta dando vuelta en la silla giratoria.

Kei se detiene y voltea su rostro para verlo. —¿Perdón?

—Tienes cosas que hacer con él. —se detiene y lo mira fijamente. —¿O a él?

Kei se acerca con rapidez, golpeando el escritorio. —Lo que haga o no con mi novio no es asunto tuyo. —lo señala. —Hanbin es mi novio. Y puedo hacer lo que sea. —vuelve a golpear el escritorio y sale del lugar, azotando la puerta al salir.

El resto de los chicos que estaban ahí lo miraron caminar con rapidez, notoriamente molesto.

Kei caminó hasta llegar afuera de la escuela, en donde golpeó un árbol, lastimandose al instante.

—¿Quién se cree ese estúpido? —suelta con molestia.

Odia verle la cara a ese imbécil, odia escucharlo y odia verlo sonreír.

Simplemente lo odia.

Es igual que su padre.

—Kei... —la voz débil de Hanbin lo interrumpió.

Kei volteó, encontrándose con un Hanbin mirando al suelo, acercándose de a poco. —¿Qué?

—Es que... —traga saliva. —Saliste de esa manera y...

—Estoy bien. —responde tosco, dándole la espalda.

Hanbin respira hondo antes de acercarse. —Quieres que... —trata de tocar su hombro, pero al hacerlo, Kei voltea y le da un empujón.

—¡Dije que estoy bien! —alza la voz.

Hanbin suelta un brinco y sus manos empiezan a temblar. Cierra los ojos con fuerza y se repite las mismas palabras en su mente. Las mismas de siempre.

room 12 | ilandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora