Piezas de un rompecabezas. Parte 2

31 2 1
                                    

Me despierta la alarma insoportable, una vieja enemiga de la que me había olvidado en las vacaciones. Aunque antes no era tan odiosa como ahora, cuando sonaba antes me levantaba con ánimo, porque sabía que iba a ver a Brian, a mis amigas... Ahora también voy a verlas, pero no tengo ánimo para nada... Me enamoré mucho, y muy rápido. Teníamos una relación muy seria para nuestra edad, y separarnos me hacía muy mal. No tenía ganas de nada, por mí me quedaba en la cama todo el día hasta morirme. Hasta estaba enojada conmigo misma. Ya estaba empezando a asimilar que Brian no me iba a volver a llamar.

Lo extraño mucho, extraño nuestras peleas por distintas formas de pensar, extraño que me pida que lo acompañe a ver a su equipo favorito y después ir al cine, (nos encantaba esa rutina) extraño que el quiera ir a el negocio de ropa y yo al de música, y que vayamos un rato a cada uno... Extraño todos los momentos que pasábamos juntos... nos peleábamos mucho porque éramos muy diferentes, pero eso no nos impedía querernos como nos queríamos... Antes.

Cuando estuve "lista" salí para el colegio. Me asombraba y a la vez aliviaba ya no tener que estar perfecta todo el tiempo.

—¡Ema! ¡te extrañamos! ¿cómo estás? ¿cómo pasaste las vacaciones?

Eran mis amigas. Tan ruidosas y afectivas como siempre. Yo también las extrañé mucho, y reconozco que me sacaron una sonrisa después de tanto tiempo y no pensé en Brian por un momento.

—¡Chicas! yo también. Mal, la verdad que las peores vacaciones.

—¿Por qué Emi? Preguntó Bárbara.

—¡Ema ahora es soltera! gritó Julieta con alegría.

Siempre admiré la gracia con la que siempre habla Julieta.

—¿Cómo? ¿Y Brian? ¡Genial, vamos a salir todos los sábados!

Empezaron a decir las 3 a la vez. "Estas chicas tienen un don de minimizar los problemas y despreocuparme siempre, son las mejores" pensé.

—Nunca me cayó bien ese, era un estúpido. Ahora podrías prestarle atención a Nicolás, que siempre te quiso y... ¡es re lindo! Dijo Julieta riéndose. Nunca iban a dejar que me ponga mal.

—No, Julieta. No me importa ningún chico.

—¡Ya hablamos! no sabés. ¿O no, chicas?

Sonó el timbre y fuimos todos al aula. Entrando, me cruzaba con otros amigos, los saludaba y cruzábamos algunas palabras.

Ya adentro del aula, todos sentados estábamos escuchando la charla de bienvenida de todos los años de la profesora, cuando entró el director, y empezó a dar su discurso:

—Buenos días alumnos, esperemos que empiecen bien el año... Reconozco que no le estaba prestando atención al director, era el mismo discurso de todos los años, y no tenía ánimo de escucharlo. Tenía la mirada perdida, no estaba escuchando nada, me sostenía la cara con la mano derecha y pensaba estar así hasta que me diga algo —Que no faltaba mucho para que lo haga, era un profesor bastante insoportable.—

Entonces Julieta me movía el brazo, con una sonrisa sorprendida tratando de llamar mi atención:

—¡Ema! ¿escuchaste?

—¿Qué cosa?

—¿Cómo que cosa? ¡Mirá el chico nuevo que entró! ¿En qué mundo estás?

—Ah... sí. No había escuchado nada, ni lo había visto. Busqué donde estaba y lo vi.

—¡Mirá, es hermoso! ¡Si no lo querés avisame y me lo quedo!

Dijo Juli riendo, siempre tan sincera. Tenía que reconocer que este chico era realmente atractivo... hace tiempo no pensaba eso. Tenía el pelo rubio, parecía muy suave, unos ojos verdes hermosos, tenía una remera azul y un jean negro. Estaba parado cerca de la puerta, sonriendo tímidamente y tocándose la nuca con la mano derecha. No me gustaría ser él en ese momento, estaba todo el curso mirándolo y hablando por lo bajo, y por el tono rojo de su rostro, parecía nervioso.

Ya se había perdido la sensación del primer día de clases, ya estaba todo como el año pasado, estábamos todos acomodados como siempre. Ya nos habían dado tarea, eso ya nos pone en el clima de un día de clases normal. Yo estaba terminando de hacerla, mientras escuchaba a mis amigas hablando del chico nuevo. Por lo que llevaba entendiendo, se llamaba Agustín. Esta vez entiendo su emoción, el chico era realmente lindo. Sigo escribiendo, cuando siento que una mano se posa en mi hombro y se mueve despacio. Alguien me estaba llamando. Volteo despacio hacia la derecha y vi quien era. Me sorprendió, ni me imaginé que él me diga algo.

—Hola, ¿sabés si puedo salir al kiosco ahora?... Dijo con timidez. Era Agustín, el chico nuevo.

—Hola, no, ahora no creo que te deje salir la profesora, pero faltan 10 minutos para el recreo. Contesté con una sonrisa, tratando de ser amable.

—Ah... gracias. Es que tengo que comprarme una lapicera para hacer el trabajo, porque esta no sirve más... Pude notarle una leve y tímida sonrisa.

—¡Ah! tomá, usá esta, yo tengo otra.

Le dí mi lapicera, me dijo gracias y siguió con su trabajo. Cuando volteé hacia donde estaba, estaban todas mis amigas mirándome.

—¿Vieron? ¡le habló el nuevo! Empezaron a decir en voz baja.

—Ema, el chico nuevo te habló ¡le debés parecer linda!... ¡que suerte que tenés! Decía Julieta.

—Julieta, dejá de imaginar cosas, me preguntó algo nada más.

Las cinco nos reímos y seguimos con lo nuestro.

La clase terminó, estábamos todos saliendo y alguien se me acercó de nuevo. Era Agustín, vino a devolverme la lapicera.

—¡Ah, te la hubieras quedado, no la necesito! Dije.

—No, tomá, muchas gracias. Sonrió, tímidamente otra vez. —¿Como te llamás?

Piezas de un rompecabezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora