"Ya no podemos estar más juntos". Esa frase todavía me daba vueltas y vueltas en la cabeza, me resonaba una y otra vez. Subía el volumen de la música para prestarle atención a eso y no a mis pensamientos, y fue inútil. Acostada en mi cama, era en lo único en lo que podía pensar... Yo no quería pensar más en eso, en esa frase, en esa relación, en ese amor, en ese chico, pero me parecía algo imposible de suceder. Deseaba borrarme la memoria permanentemente, y a la vez no. A la vez quería recordar esos hermosos recuerdos para siempre. Quizás esta indecisión me impedía tener paz en mi mente.
Ya habían pasado tres días desde que escuché esa frase. Tres días de la tarde más dolorosa que puedo recordar.
Brian me había llamado temprano. Quería verme. Eso me puso bastante alegre, porque hace mucho no me llamaba espontáneamente. Hace tiempo, (mucho tiempo) solía llamarme sin que nada especial pase, solo para escucharnos nuestras voces. Siempre me sorprendía. Pero esa costumbre se fue yendo con el viento, como sus sentimientos por mí...
Rápidamente, después de su llamado, me levanté para comenzar a prepararme para la salida. No quería perder un segundo. Tenía que estar perfecta. Todas las veces que salía con él, me tomaba muchísimo tiempo en arreglarme y perfeccionarme; no quería tener ningún defecto. Siempre lo ví a él así, muy perfecto, muy inalcanzable. Agradecía todos los días haber conocido a alguien tan maravilloso como él, me sentía una privilegiada por poder estar junto a él, y que él esté conmigo. Entonces, no me podía permitir ningún defecto. Una persona como él se merece lo mejor, y yo iba a dárselo. Estaba muy enamorada. Pero quizás lo sobrevaloraba mucho a él y me desvalorizaba a mí.
Después de muchas horas de prepararme, no estaba lista, no estaba perfecta, de hecho nunca lo estuve, pero al menos estaba presentable. Entonces fui a donde me había invitado. Ese lugar me encantaba. Era un café muy conocido de la ciudad. Abrí la puerta y vi muy poca gente, me pareció raro, pero rápidamente me acordé que recién abría. El lugar estaba aún más lindo de lo normal, las cerámicas azules del suelo brillaban y entraba bastante luz por las ventanas, aunque eso no era raro porque era un día soleado. Los días así siempre me alegraban y me ponían de buen humor, me encantaban. Estar con Brian en un lugar tan hermoso como ese, en un día como aquel, era más que suficiente para estar de buen humor.
Caminando por el café, lo buscaba con la mirada. Di unos pasos y lo encontré. Estaba tan prolijo y hermoso como siempre, una camisa negra, un jean azul gastado y unas zapatillas casuales. Cuando me di cuenta, había sonreído, era costumbre en mí cuando lo veía.
—¡Buen día mi amor!. Dije con esa sonrisa que continuaba llenando mi rostro, y lo besé.
—Hola amor, ¿cómo estas? Me preguntó mientras me sentaba en la mesa de dos.
—¡Muy bien! y más ahora que estoy con vos. ¿Y vos?.
—Bien...
Cuando terminó de pronunciar esa palabra, me dí cuenta que no estaba bien. Parecía que algo le preocupaba. Lo conocía mucho.
—No, vos no estás bien. Decime que pasa mi amor.
—Nada, no pasa nada, estoy bien. ¿Qué es eso que tenés ahí?. Me preguntó eso para desviarme del tema, me di cuenta.
—Es un collar, ¿te gusta? Dale Brian, te conozco, decime qué pasa...
—Sí, es muy lindo.
—Br... Interrumpí lo que iba a decir cuando llegó el (inoportuno) mozo.
—¿Qué van a pedir? Preguntó.
—Yo no quiero tomar nada, ¿vos que querés Ema? Dijo Brian.
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Piezas de un rompecabezas
Teen FictionEma creía que tenía una relación perfecta con su novio Brian, pero descubrió que eso era fantasía de ella cuando él decidió dejarla. Ella continuamente vive tratando de desprenderse de ese amor, tratándo de reemplazarlo por otro. Pero las cuestione...