El día era frío, el viento soplaba con fuerza, arrastrando consigo hojas, ramas y alguna que otra esperanza.
Aquel viejo y gran edificio, que por fuera se veía terriblemente tétrico y lúgubre, las personas que pasaban por allí lo confundían con una cárcel. Hasta que veían la gran placa, donde confirmaba que era una cárcel, pero no para asesinos, ladrones, violadores u otros, sino, era una cárcel para personas con miedo. Aquellas personas que se refugiaban en el consumo de sustancias toxicas, que no sólo dañaban su cuerpo, sino también su alma.
Ese cuarto iluminado con una tenue luz, la lluvia cayendo afuera, el ambiente frío y sombrío, haciendo que el momento sea aún peor.
En total 14 sillas de color gris, gastadas con el pasar del tiempo, una más que se diferenciaba de las demás, la quinceava silla era de color negro, parecía que recién había sido pintada.
Las 15 sillas formaban un círculo perfecto. Los azulejos blancos del piso no hacían más que ser vistos por aquellas 14 personas sentadas en esas sillas grises.
Ninguno de ellos quería estar allí, era obvio. Era la sexta sesión, era obvio que nadie quería contestar la pregunta que se realizaba el día de hoy. Hoy era el día en que se hacía aquella pregunta tan difícil de responder.
Un mes y medio desde que habían ingresado a este centro de rehabilitación. Los 14 jóvenes habían ingresado la misma semana, iban a la par, por ello eran prácticamente compañeros de sesión, por así decirlo.
El joven de cabello negro, anteojos y traje negro, aquel joven que se encargaba de hacerles las preguntas en cada sesión, el encargado de tener un registro del progreso de cada uno de los jóvenes internados, Steve Park. El muchacho apenas había cumplido los 23 en diciembre del año anterior, era un hombre joven y con oportunidades de salir de allí y trabajar en lo que se le cante la gana. Pero no, él estaba allí, ayudando a estos jóvenes con problemas, tratando de rehabilitarlos y ayudándolos en el proceso.
Sus padres probablemente habrían estado decepcionados de que su hijo desperdicie su juventud ayudando a jóvenes sin futuro, eso eran según las palabras de su padre. Pero había cierto alivio, al fin y al cabo, no podían decirle nada.
Aquella vieja y amargada pareja de padres ya descansaban bajo 15 metros de tierra, siendo olvidados por unos, y recordados por otros. Aunque los recuerdos que tenían muchos no eran precisamente buenos.
El joven Park suspiró al ver a todos los jóvenes con la cabeza gacha o la mirada perdida en la nada. Era evidente que nadie quería estar en aquella sesión.
-Buen día, muchachos - inició Park, aunque él era joven, los internados eran más jóvenes, el mayor de ellos apenas y había cumplido los 22 años - bienvenidos a la sexta sesión de rehabilitación - dice un poco animado, nada - sé que será una sesión difícil para ustedes, pero me agradaría que cooperaran.
La vos de Steve salió casi en una suplica, después de todo, deseaba que uno de los internos coopere en la sesión, por su cuenta.
-La pregunta es: ¿Qué los trajo hasta acá?
La respuesta era obvia: Las drogas. La diferencia y desventaja es que esa no era la respuesta correcta.
Se refería, directamente, a que tan bajo llegaste para estar en un centro de rehabilitación sin acceso a familiares y contacto con personas de fuera, solo cartas y contacto con tus compañeros.
Cada uno lo sabía, por ello nadie quería estar allí. Nadie quería contar que rayos hicieron para que sus padres, amigos, familiares y, en un mínimo de casos, se decidan internar ellos mismos.
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Mi Escondite Secreto
Fanfiction"La droga más fuerte que existe para un ser humano es otro ser humano". Eso es obvio para ambos. Dos corazones rotos, al igual que sus almas. Dos personas que se rompieron a mitad del camino a la felicidad. Dos personas que tomaron el camino "fácil...