Advertencia: este capítulo tiene escenas bastante... sugerentes. De nada ;)
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Miles había estado temblando toda la mañana. Alex creyó que era la nieve que caía afuera, blanca y fría, aunque adentro de la cabaña estaba bastante calentito. El hermoso paisaje que se dibujaba afuera, la taza de chocolate caliente entre sus manos y el abrazo de Miles era todo lo que Alex necesitaba para ser feliz. Estaba completamente en paz, y aunque su novio disfrutara de esas cosas también, había un pensamiento instalado en su cabeza y un discurso repitiéndose que no lo dejaban tranquilo.
Miles temblaba con emoción y nervios. No sabía si sería el momento adecuado, pero eso había pensado durante los últimos dos días. Quería encontrar el momento perfecto, pero al parecer no iba a llegar. Cada vez que estaba por hablar, estirando su mano hacia su bolsillo (pues ahí estaba, la razón que lo hacía temblar y el objeto que materializaba su intención), algo sucedía. Alex no parecía tener idea de nada, pero esto no podía sorprenderlo. Había sucedido lo mismo cuando le pidió que fueran pareja; fueron varios intentos en los que Alex cambiaba de tema sin darse cuenta, hasta que Miles lo interrumpió finalmente con la ansiada pregunta. El pelinegro se había disculpado cerca de un millón de veces, creyendo que Miles pensaría que lo hacía a propósito. Pero su novio comprendía lo inocente que podía llegar a ser y lo malo que era captando indirectas.
"¿Tienes frío?" preguntó Alex, preocupado. "No has dejado de temblar en todo el fin de semana. ¿Debería subir la calefacción?"
"No, cielo, está bien" dijo Miles. Quiso soltar esas palabras atascadas en su garganta, quiso que dejaran de molestarlo, burlándose de su timidez. Quería que ese miedo se fuera y sucediera lo que deba suceder, aunque estaba aterrado de que Alex saliera corriendo. Si bien ambos se repetían miles de veces al día lo mucho que se amaban y que querían pasar el resto de sus vidas juntos, esas cosas de pareja cursi eran dejadas atrás ante el miedo de que el pelinegro saliera corriendo. La mayoría de su corazón estaba seguro de que aceptaría y que serían felices para el resto de la eternidad, pero una pequeña y triste parte de su ser todavía temía el rechazo.
Había abierto la boca para comenzar con ese discurso ya planeado, pero Alex tuvo otra idea, una que a pesar de no ser la que Miles quería, tampoco le disgustaba.
"Tengo una idea..." susurró Alex, pasando una de sus piernas por encima de Miles, quedando a horcajadas sobre su regazo "...para quitarte el frío"
Miles observó los ojos brillantes y llenos de lujuria de Alex, algo que cada vez que sucedía lo dejaba perplejo y pensando en lo afortunado que era. Tomó las caderas de su novio y las presionó contra las suyas, generando una fricción en la que la ropa comenzaba a molestar. Ambos soltaron gemidos bajos, sonidos pecaminosos que expresaban toda esa atracción y amor que sentían entre ellos. Se perdieron entre caricias, besos y movimientos muy lentos. Sentían la cordura abandonar rápidamente sus cuerpos, dejándolos necesitados y calientes.
Casi sin pensarlo, Miles se dirigió a una de las partes más sensibles de Alex. Depositó besos sobre el pálido cuello del pelinegro, deleitándose con los gruñidos que soltaba. Succionó y dejó varias marcas moradas, disfrutando poder hacerlo suyo una vez más. Alex no quiso quedarse atrás; si Miles quería volverlo loco, él podía ir más lejos. Y no se equivocaba.
Miles soltó un vergonzoso y fuerte gemido al sentir la delgada y grácil mano de Alex acariciar por encima de la ropa su entrepierna. Ésta iba creciendo junto con las ganas de Miles de quitar toda esa tela de en medio, cosa que Alex adivinó por su mirada. Éste último se levantó del sofá y se arrodilló frente a su chico, desabrochando su jean y tirando de él hacia abajo. Miles lo ayudó levantando sus caderas, ya no soportaba el calor. Alex comenzó a provocarlo, acercando su rostro a la parte más sensible y necesitada de Miles, tan peligrosamente cerca que lograba enloquecer aún más a su novio con su acelerada y caliente respiración chocar con su miembro.
Lentamente, la ropa fue desapareciendo. No supieron muy bien cómo llegaron a la habitación, y más tarde en el día les costó encontrar sus prendas de vestir, desperdigadas como un pequeño camino que marcaba su lujuria.
Luego de un rato largo de gruñidos, respiraciones aceleradas y gemidos agudos, ambos llegaron casi al mismo tiempo al clímax. Mientras Alex levantaba sus caderas y sentía a Miles salir de él, este último observó el cajón en el que anteriormente había ocultado su pequeño secretito. Se había perdido en Alex, en su calentura y su belleza máxima. Ahora que el momento había pasado, sus preocupaciones volvieron y los nervios también. A su lado se recostaba un cansado Alex, tiernamente desnudo y casi dormido. Afuera el sol había desaparecido, las estrellas brillaban y la calma era palpable. Pensó que no debía esperar más, que era ahora o nunca.
"Alex" llamó Miles. Su voz temblaba un poco ante la expectativa. Sea cual fuere la respuesta, marcaría un antes y un después en su relación. Alex parecía ajeno a todo esto, con los ojos entreabiertos y una hermosa sonrisa en sus labios. Pasaba el brazo por la cintura de Miles y su rostro estaba escondido en su cuello, respirando tranquilamente.
El pelinegro levantó la cabeza ante aquel tono de voz. Si bien podía pasar por alto muchas cosas (pues era demasiado distraído) los nervios que Miles demostraba en ese momento no eran comunes. Sólo recordaba dos situaciones en las que lo había visto así: cuando se conocieron y cuando le preguntó si sería su novio, con una declaración un poco torpe pero igualmente adorable. Se asustó un poco, pero supo que no sería nada malo. Su corazón se aceleró ante cierta expectativa, una pregunta que había estado esperando y al mismo tiempo pensando en hacer. Por la expresión de concentración en el rostro de Miles, decidió esperar un instante para dejarlo ordenar sus pensamientos y hablar.
"Tú... tú haces que mi vida sea mucho mejor. Desde el momento que te conocí lo supe. Debía tenerte conmigo. Me generas una paz que nunca había sentido con nadie, contigo puedo ser yo mismo sin temer que juzgaras. Eres una extraña combinación de adorable y jodidamente caliente de la cual no puedo tener suficiente. Tu sonrisa realmente alegra mis días, y cuando lloras me derrumbo completamente. Te quiero conmigo para el resto de nuestras vidas, y estoy seguro de que sea lo que sea que suceda después de la muerte, seguiremos unidos. Porque somos almas gemelas, Alex. Estamos destinados a estar juntos. Por eso te digo..." Miles sacó torpemente del cajón aquel anillo, que había escogido especialmente. "Alex Turner, ¿me harías el honor de ser mío hasta el fin de los tiempos?"
Las inesperadas y cursis palabras de Miles lograron que cualquier rastro de sueño presente en Alex desapareciera. Lágrimas de felicidad inundaron su bella carita, se llevó las manos a la boca y asintió efusivamente. Se sentía como una de esas parejas clichés de las películas, y a decir verdad nunca había comprendido realmente esa emoción del casamiento. Él le pertenecía de cualquier manera, su nombre estaba escrito en todo su cuerpo y nada lo borraría. Aún así, sería el hombre más feliz del mundo siendo Alex Turner de Kane.
Ambos se abrazaron casi llorando. Miles estaba aliviado y por un segundo se sintió tonto por haber dudado de su amor. Cuando se separaron, el pelinegro estiró el dedo de su mano izquierda para que Miles pudiera poner su anillo.
Ahora que la presión se había esfumado, podrían disfrutar de su fin de semana con mucha más tranquilidad. Los recién comprometidos pasarían unos días... interesantes.
¡Volvimos!
Esta historia es demasiaaaaaado cursi. Disfruté escribiéndola igualmente.
Déjenme saber si les gusta este tipo de historias con tanto fluff, y si quieren un poco más de smut. Lo tendré en cuenta ;)
Lxs quiere,
Uri.
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Milex [OS]
FanfictionConjunto de one shots de los hermosos Miles Kane y Alex Turner, todos escritos por mi. Tenemos contenido cursi, un poco sugerente y algo triste. ¡Espero que les gusten!