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Con un gorro de lana que le cubría las orejas, una sudadera gris y un pantalón baggy, Josh patinaba contra el aire mientras Linkin Park sonaba en sus audífonos. Por las anchas avenidas el sol ya se había puesto y la infinita hilera de postes iluminaba toda la ciudad, pero aun así Josh parecía no ver a los transeúntes hacia los que se dirigía sin desvíar su rumbo. El mundo exterior no le importaba entonces al chico, aquella tarde había discutido con su padre como nunca antes y por algún motivo eso le dejó fuertemente afectado. Así que para desahogarse se fue hacia el callejón de los grafitis en donde ya las paredes comenzaban a llenarse de capas triples de pintadas. Sacó sus sprays de varios colores, siempre ocultos detrás del latón de basura, encendió su cigarrillo y comenzó a esbozar su arte con movimientos agresivos de la mano derecha. En sus audífonos se secuenciaron Crawling, One Step Closer, Rebellion, Faint y finalmente llegaron unos segundos de silencio en el cambio de canción cuando la pintada estaba completa y se podía ver la cara destruida de su padre. Josh terminó por estallar cuando en sus audífonos arrancó Castle Of Glass. Pegó su espalda a una pared y se dejó deslizar hasta el piso para apoyar la cabeza en sus rodillas y empezar a llorar.

El chico no tardó mucho tras el fin de la canción para secarse las lágrimas. Como último ataque de rabia sacó de un bolsillo la cajetilla de cigarros, le prendió fuego con el encendedor y la arrojó contra la pared contraria mascullando que era una "mierda sin sabor". Mientras la cajetilla ardía en llamas un humo nicotinado comenzó a impregnar el callejón e internarse en los pulmones del chico, quien permanecería con un fuerte aroma a cigarro durante varios días. Josh se dirigió entonces al garaje de su hermano, a cuatro cuadras de allí.

Tras un rápido viaje en patineta, golpeó una puerta a un costado del local para ingresar al garaje gritando:

-Que porquería lo que me diste, ¡quiero algo que me mate, no una puta fresa!

-So so- Robin gesticuló con sus manos que se calmara y luego señaló a los hombres que estaban con él que se fueran por la puerta del fondo. Tras quedarse solos se dirigió a Josh en un tono sarcástico- ¿Qué te pasa hermanito?, ¿el demonio de mamá no te deja dormir?- aquello encorelizó al muchacho que se abalanzó sobre su hermano, haciendo que ambos cayeran al suelo. Desde allí Josh intentó pegarle, pero su hermano mayor le sujetó las manos y lo empujó a un lado para posicionársele arriba.

-Deja esas pendejadas y aprende a controlarte o te enseñaré yo- pronunció con un tono severo mientras levantaba la mano para golpearlo. Entonces la puerta del fondo del garaje se abrió y se asomó un hombre con un parche en el ojo.

-Jefe, ya está aquí la entrega

Robin lo miró desde el piso –Diles que ya voy- tras esto el del parche volvió a ingresar en la casa. Robin le dio dos golpecitos en la cara a Josh, se levantó y agarró un paquete de entre las cajas del garaje. –Mira ver si esto te sirve- después de tirárselo se agachó a su lado para agregar –toma también esta lana, a ver si tu amiguita Sofía te ayuda a calmarte. Cuando salgas cierra el garaje- Entonces ingresó a la casa a través de la puerta del fondo.

Josh lleno de rabia abrió el paquete desde el suelo, prendió uno de los royos que había adentro y le dio una gran calada. Después masculló -Que me trague la tierra- mirando con ojos húmedos e inexpresivos al techo.

La noche aún era joven.

Cuando abandonó el garaje tendría que patinar más lejos, ahora hasta la manzana de su tía Julia, si quería olvidarlo todo en el cuerpo de Sofía. En el trayecto Josh se fumó 5 o 6 royos del paquete provocándole a su mente un curioso efecto. Comenzó a recordar como el día anterior le notificaron la muerte de su madre, y aquella tarde su padre regresó del trabajo después de 28 jornadas. Lo menos que esperaba el chico era un abrazo, pero no recibió más que una mirada fría como si lo atravesara, como si él fuera invisible, y tras abrir una botella de ron, su padre entró al cuarto con un llanto reprimido en los ojos. Luego Josh sintió como se le desaparecía todo sentimiento y entraba en un estado de éxtasis en el que ya no tenía voluntad: con el quinto royo su cuerpo conducía la tabla convertido en un zombie. Con aquel estado entró a un edificio de mal aspecto en el centro de la manzana de su tía, subió sus cuatro pisos y arrastró sus pies hasta la última puerta del corredor para golpearla tres veces. Tras esto la puerta se abrió descubriendo a una hermosa rubia.

-Joshie...- la joven intentó hablar pero Josh actuó rápido. Le cubrió la boca con la mano izquierda y con la otra pegó el índice a sus labios para indicarle que hiciera silencio. Entonces dio una patada a la puerta, internó una mano bajo el blúmer de Sofía y comenzó a recorrerle con sus labios el cuello mientras la empujaba a la cama. Sobre un borde del colchón había otra persona. Era un hombre inconsciente que tenía un olor como a muerto. Josh no preguntó. Sin dejar de juguetear con su mano por debajo del blúmer empujó con un pie al extraño hasta que cayó al piso. Luego le arrancó a Sofía la escasa ropa que llevaba, se desvistió y ya sobre el colchón le agarró el cuello para empezar a penetrarla. Aquella noche Sofía no fue más que su muñeca.

Embriagado por los narcóticos y los olores de sudor y semen que impregnaron sus cuerpos, Josh finalmente perdió la noción de la realidad ya avanzada la madrugada. Lo próximo que sintió fue una migraña que le quería fracturar el cráneo y la insoportable claridad matutina golpeándole en los ojos. Esto le hizo amanecer con movimientos intranquilos.

Al otro lado de la cama Sofía despertó notando la molestia corporal del joven. Fijó sus grandes ojos azules en él y conmovida por su dolor, comenzó a acariciarle las articulaciones y todo el antebrazo izquierdo. El delicado roce de sus manos fue como un sedante para Josh.

-No puedo permitirme tantas atenciones- susurró el chico con la voz ronca mientras se pasaba una mano por los ojos.

-No seas tonto, Joshie, no te voy cobrar. En el cole supe lo que te pasó- su voz se fue apagando hacia el final de la frase como arrepintiéndose por lo que dijo, más aún al ver como Josh se estiró el cabello cubriéndose el rostro. Entonces Sofía se fue a la cocina.

Allí la chica estuvo un rato escudriñando entre vasos, cubiertos y platos sucios para encontrar algo en donde poner unas pizzas que sacaría del frigorífico. Tras introducirlas unos minutos en el horno, agarró en cada mano un plato con una pizza caliente y retornó su cuerpo desnudo a la cama.

-Pizza para desayunar, ¿sí o sí?- dijo expulsando una risilla mientras le dirigía una tierna mirada.

Josh corrió hacia un lado de su cara un mechón para mirarla a los ojos. Era imposible no ceder ante tanto afecto. -Hoy no quiero quedarme solo- dejó escapar así una imagen de niño asustado por debajo de su ronca voz.

-Joshie, tú siempre has sido mi mejor amigo, no puedo dejarte solo.

Entonces en la fría y lastimera cara del chico se dibujó una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2021 ⏰

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28 Días Con la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora