Habían pasado dos días desde la última vez que me jugué tanto la vida, si, desde que tomé un taxi para volver a casa desde el hospital. ¿Lo de los vampiros? Si, vampiros, así los había denominado luego de un profundo análisis y búsqueda en internet. Lo que había pasado en el cementerio nunca paraba de cruzar mi perturbada mente, siquiera cuando dormía lograba deshacerme de las sangrientas imágenes y ojos rojos de ambos seres.En un inicio creí que se tratarían de otros seres sobrenaturales, habían salido a la luz del día, pero luego de recordar lo nublado que estaba el cielo y la densa niebla que los cubría, deduje que eso les dio el poder de mostrarse a esa hora. ¿Por qué el vampiro llamado Alucard no acabó con mi vida? No tengo idea, pero temblaba al recordar sus palabras “Tu sangre me parece peculiar y huele mejor que cualquier otra”, ¿Volvería por mí? No lo sabía y gracias a esto no lograba dormir por más de un par de horas.
Estaba recién despierta, había escuchado un ruido que posiblemente había sido muy sutil, pero que, por lo nerviosa que estaba, logro despertarme con facilidad. No fue más que el rechinar de la madera, vivía en una casa vieja y había bastante viento fuera.
A paso lento y con cuidado fui a la cocina para comer algo, pero desagradable fue descubrir y recordar que ya no tenía nada para comer. Suspiré y me senté en una silla de madera junto a la mesa. Tenía dinero suficiente para comprar comida, a pesar de la factura del hospital que seguro esperaba en mi buzón, sin embargo, no podía salir, mi herida aun no mejoraba del todo y corría el riesgo, realmente sabía que sucedería, de que se abriera por ir al supermercado. Tampoco podía pedir comida a domicilio, después del quinto intento por obtener una pizza en casa y que esta nunca llegara por algún accidente que sufría el repartidor, deje de intentarlo.
No tenía a nadie a quien llamar y pedir que me trajera comida, no tenía familiares y tampoco amigos, era la regla básica en mi vida, nunca socializar.
Volteé a ver por la ventana y logré ver a la vecina, una señora de unos 60 años, vivía sola y solo sabía que se llamaba Nicolett. La tranquila mujer justo llegaba de hacer las compras y cargaba varias bolsas bastante llenas de comida.
Era una locura lo que estaba pensando, pero cuando pensaba en descartar la idea, mi estómago rugía y me gritaba “¿Y qué comeremos entonces, babosa? ¿Te quieres comer al mapache acaso? Avísame, así me preparo para producirte una buena indigestión”Resignada, me puse un abrigo y, a paso lento, llegué hasta la puerta de la vecina, toqué su timbre por primera vez desde que había llegado ahí y esperé mientras escuchaba sus pasos en el interior.
— Oh, hola mi niña, ¿Cómo sigues?— Saluda con una pequeña sonrisa para luego mirar mi vendaje el cual ya había visto cuando llegue a casa hace dos días.
Nicolette era un poco chismosa.
— Hola, señora Nicolette…— Saludé insegura, me era un poco difícil saludar, era poco común para mí— Estoy mejorando, pero aun no puedo caminar mucho— También bajé la vista para ver mi vendaje con una pequeña mueca.
— Entiendo, pero me alegro que estés mejor— Dijo regalándome otra sonrisa, esta vez demostrando calidez.
Definitivamente era una señora cálida con la cual podría llevarme bien si tan solo pudiera acercarme a ella, incluso desprendía un toque maternal con cada palabra o mirada, me hacía sentir cómoda. Le intenté devolver una pequeña sonrisa, pero resultó en una extraña mueca que demostraba nerviosismo.
— Si… yo… bueno, vera…— Suspiré y aclaré un poco mi garganta— No puedo ir al supermercado y realmente no tengo nada para comer…— La miré a los ojos por un breve segundo y pude ver que comprendía a que se debía mi visita— Puedo reponerle lo que sea que pueda darme apenas pueda ir al supermercado, de verdad se lo agradecería mucho.
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Sangre Maldita
VampireLa sangre maldita provenía de una antigua familia de granjeros, personas desdichadas y demasiado extrañas para los vecinos más cercanos. Esta familia poseía una larga historia llena de desgracias, desgracias inexplicables que parecían pasar de gener...