El cuaderno del tiempo

Prólogo: Un chico tierno sumido en la oscuridad

Había un chico de unos 17 años que pasaba la vida con un rostro triste de ojos apagados. Al principio, no quedaba apenas con sus amigos porque nadie quería quedar con él. Durante toda su etapa escolar sufrió bullying psicológico y tuvo que acudir a un psicólogo. Era ignorado y humillado en el instituto todos los días y apenas logró sacarse el bachiller ya que tenía repetir segundo al ser demasiado difícil para él y debido a su situación personal.

Siempre se sintió solo y serio hasta que un día de septiembre llegó una chica muy guapa y muy cariñosa y le cambió la vida a mejor. Desde entonces, el joven tuvo una alta autoestima y una alegre sonrisa en la cara todos los días. Sacaba notas buenísimas y siempre era atento en clase. También cambió físicamente y mentalmente a mejor. Se convirtió en un chico responsable de todo lo que tenía y sus padres estaban muy orgullosos de él.

Los dos pasaron mucho tiempo juntos y se encontraban con mucha frecuencia. No paraban de esforzarse por estar juntos, dando lo mejor de sí mismos. Se amaban muchísimo y se hicieron muchísimas promesas para cumplirlas estando juntos para siempre. Se prometieron hasta casarse en el futuro y formar una familia.

Habían obstáculos en el camino como con cualquier pareja, sí, pero...

Estos obstáculos se resolvían pero aparecían cada vez más y se hacía todo cada vez más difícil para los dos. A pesar de la dificultad, el joven seguía en pie porque estaba plenamente seguro de que pronto saldrían de esa pesadilla. Sin embargo, sufrieron cada vez más y el mundo se les cayó encima un día de finales de enero cuando ella se vio obligada a dejarle delante de su mejor amiga. Aunque, lo peor fue que no fue ella quien le dejó, sino que su mejor amiga y su madre la obligaron a hacerlo.

Aquella noche, dos almas murieron pero los cuerpos aún seguían vivos. El chico se convirtió en un chico totalmente deprimido y suicida. Cayó en depresión casi extrema y tuvo que tomar pastillas recetadas por una psiquiatra. A pesar de estar en ese nivel de bajón, intentaba hacer las cosas como podía. Incluso si sus padres no entendían lo que pasaba o si sus amigos o la chica no estaban a su lado para ayudarlo. Todos intentaron hacer algo para apoyarle, pero ya era demasiado tarde. La cara totalmente deprimida con ojos apagados y tristes se quedó en su rostro. Pero, poco a poco, se recuperó él solo. Aunque en el camino, tuvo que asesinar moralmente a algunas personas por error, y todo por estar triste. Cuando quiso actuar, ya era demasiado tarde. Otro chico le arrebató a esa chica y jamás pudieron volver a estar juntos de nuevo...

Antes había hablado de que no quedaba casi con sus amigos. Pues bien, ese mismo año en septiembre, un grupo de chicos y chicas le ayudaron a levantarse a pesar de que aún no se sentía seguro de lo que el mundo le ofrecía, pero en poco tiempo se integró en ese grupo y ahora ellos pasaron a ser unos de sus amigos más importantes. Sin embargo, los recuerdos aún le mataban...