"Los limites están solo en tu mente. Ellos te hacen débil."
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Que aburrido era vivir sin una razón en específico.
Para Hanma, desde que su antiguo novio se había suicidado por quien sabe que cosa, la vida había vuelto a tomar un rumbo aburrido y monoto.
La mayoría del tiempo, parecía que su verga saltaría de sus pantalones y se metería en cualquier agujero que encontrara.
Porque lo admitía, estaba caliente la mayoría del tiempo.
No podía parar de pensar en lo rico que sería tener un culo permanente. Alguien a quien pudiera meterle su polla cuántas veces quisiera y ademas, hacerle cuantas cosas quisiera.
El quería sentir la adrenalina que brindaba un buen sexo.
Quería ver el sufrimiento en ojos ajenos, mientras saciaba sus más grandes deseos sexuales.
Pero cuando se trabaja en un arcade tan aburrido, no se podían tener tan altas expectativas. Lo único que el Shuji podía ver a diario eran gordos y peludos culos de frikis obsesionados con llenar el frío vacío de su vida con míseros pixeles.
Necesitaba un culo redondo que amasar y morder cuando se le pegara la gana.
Porque Hanma tenía estándares.
Y ninguno de esos gordos con cara de pajeros cumplía alguno de ellos.
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- ¿Disculpe? - una voz neutra le hizo obligó a apartar la mirada de una revista porno que le había robado a uno de sus amigos. - ¿Es usted el encargado?
Unos orbes azules llamaron su atención. Sin duda observar aquello era mucho mejor que estar viendo hombres pitudos que no se dejarían meter nada por el ano.
- Si, soy yo dulzura. - halago el más alto, mientras mordía su labio inferior con diversión. - ¿Algo que desees de este bello ser?
- Tiene usted un ego bastante grande. - señaló el peli negro.
- Oh. ¿En serio?, por lo general mi polla siempre es más grande. ¿Quieres ver? - le ofreció, mientras se burlaba internamente.
Sinceramente, le encantó ver el sonrojo prominente en aquella lechosas mejillas regordetas.
El pequeño chico era muy llamativo.
Para el y para su verga.
- ¡¿Como?! - el grito exagerado de el chico lo sacó de su momento hot. Ya ni pensamientos calientes podía tener sin que lo interrumpieran. - Y-Yo...Solo quiero que me enseñe a usar aquella máquina.
El ojo azul señaló una máquina de baile. Justamente la máquina en la que el tenía un récord que mantenía invicto.
- Pfff, claro lindura.
El más alto se levantó, para guiarlo a aquella cosa.
Seria divertido ver aquel culo moverse.
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