Bienvenida a casa

60 5 63
                                    

Bienvenida a casa.

Te he estado esperando, aunque en verdad no sé porqué lo hago, si tú siempre estás aquí.

Pero aún así te estoy aguardando a cada momento que pasa, eres para mí una X constante que jamás se irá de la ecuación sin solución que es mi vida actual vacía de todo, sólo llena de ti.

A veces me harto de mirar la televisión, me dejo caer en el sofá, inhalo tu latente olor regado por todas partes como las piezas de ropa que luego de llegar del trabajo jamás en su lugar dejé, junto a los envases de comida instantánea que me han proporcionando este lacerante dolor de garganta, me quedaré sin esófago, pero si no tengo ánimo para comer menos aún lo tendré para pararme frente a una estufa y preparar algo que probablemente quedará aún peor que la comida recalentada que venden en cualquier mercado.

Mi cabello está sucio y desordenado, mis pensamientos también.

Bienvenida a casa, siempre olvido saludarte.

Eres buena, pues eres lo único que tengo por más que otras personas te hayan echado de su lado, para mí, puedes permanecer siempre aquí, pues aunque yo no quiera tenerte conmigo, probablemente tú tampoco te vayas a ir nunca.

Tan enigmáticos y paradójicos mis sentimientos respecto a ti, pues sé que no te amo, pero tampoco te odio.

Sé que eres buena, pero a la vez me haces daño, casi sin querer.

Hace poco fui a visitar a mi padre, mamá murió cuando yo aún no tenía edad para guardar recuerdos suyos en mi memoria, por lo que no sé como era su cara, pero seguramente era una hermosa mujer, papá se casó otra vez, con una señora extraña, sin embargo ella no es mala, sólo un tanto seria y exasperante, tal vez no nos llevamos bien porque en cierto modo nos parecernos y como dicen por ahí “polos iguales se repeleen”, aunque nunca he comprendido el afán de las personas de llevar leyes físicas a la cotidianidad de una vida de mierda que en realidad no es calculable, pero no cuestiono, no tengo el derecho de hacerlo.

Ellos son felices, una familia bonita donde mi padre tuvo un nuevo hijo con ella, un chico pelinegro de ojos extraños, entre dorados y anaranjados, creo que se llama Isubokuro, sí, es mi medio hermano y ni recuerdo con certeza su nombre, pero tampoco es como si se pueda esperar demasiado de un cerebro de pez muerto como el mío, además está el hecho de que no somos muy cercanos. Rechacé su oferta de irme a vivir con ellos, soy un adulto amargado, lo menos que quiero hacer es volver agrio el dulce ambiente que tienen entre ellos, así que volví a casa, gracias por estarme esperando, está vez fuiste tú quien me dijo un bienvenido de nuevo.

Eres tú lo único que tengo, quien nunca se quejó de mi mal humor o las tantas veces que gasté mi dinero en medicamentos que nunca voy a usar, pues hasta para acabar con mi vida soy demasiado cobarde.

Despreciable, asqueroso, soy un pésimo ser humano.

Mis fuerzas a cada día que pasa van menguando, ya no soy la mismo que era hace unos años, aunque en esa época tampoco es que fuese tanto, pero la realidad nunca cambia, así de que somos nosotros quienes acabamos haciéndolo.

Día tras día pienso en todo lo que pudiese haber hecho si hubiese tenido la fuerza y voluntad suficiente, desperdicié mi juventud y ahora tengo casi treinta años.

Sin embargo aún sueño con salir de aquí y tener el suficiente valor de mirar a las personas a la cara, sin importarme lo horrible que me pueda ver ante sus ojos, sin que me carcoma la ansiedad al pensar en mis muy marcadas clavículas, en mis huesudas y pálidas manos, en las ojeras tan negras como rímel corrido de mala calidad, una parte de mí aún quiere volver a sonreír mientras ve las nubes pasar y cambiar de forma en un cielo medio nublado y a la vez medio despejado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 21, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ꕥ┆⋆Líneas dispersas⋆┆ꕥ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora