—Eres un tonto imposible Alfa, bájame. Esto es francamente embarazoso —murmuró Wonwoo.
En un momento, su fuente se rompió mientras se besaban en la puerta principal. Demonios, por el aspecto de las cosas, podrían haberlo llevado un poco más allá... hasta que el bebé decidió que era tiempo de interrumpir. Lo siguiente que Wonwoo supo, fue que Mingyu le pidió que se quedara ahí. Un segundo después, Mingyu tenía la mochila llena de lo que necesitaban y tomó a Wonwoo en sus brazos como si Wonwoo no pesara nada.
—Salgan del camino —gritó Mingyu a sus vecinos de al lado, una joven pareja que se retiró apresuradamente cuando Mingyu mostró sus colmillos. Entraron al ascensor. Con voz más suave, Mingyu dijo: —¿Puedes presionar los números? No eres exactamente un peso ligero.
—Entonces bájame, idiota. —Wonwoo siseó.
¿Qué demonios? Debería haber esperado que algo así sucediera. Cuando Mingyu sugirió por primera vez que practicaran los posibles escenarios cuando el bebé llegara, Wonwoo se rio. Le dijo a Mingyu que esto no era un simulacro de incendio. Pero cuando el Alfa le dio uno de esos 'no preguntes, solo obedece' Wonwoo sabiamente se calló.
Además, Mingyu se veía demasiado lindo cuando estaba nervioso.Ahora el Alfa le estaba diciendo a Wonwoo lo que quería, o temía oír. Esa noche anterior no había sido un error o una cosa de una sola vez. Cuando Wonwoo mencionó a Minghao, Mingyu tenía una respuesta preparada, como si esperara que Wonwoo sacara el armamento grande.
Maldito Minghao, te apareaste con un hombre condenadamente obstinado.
La imaginación de Wonwoo trabajó horas extras. Juró que vislumbra el fantasma del otro Omega de pie delante de ellos, no era un fantasma vengativo, pero sí uno sonriente.—Ya que tu fuente se rompió es mejor que te lleve cargado.
Las puertas se abrieron. Una pareja de ancianos se apartó por el gruñido de Mingyu.
—Buena suerte —les gritó la Sra. Fitz. —¡Estoy emocionada de ver a su nuevo bebé!
Wonwoo le devolvió el saludo. —Gracias, Sra. Fitz.
—¿Qué jodidos fue eso? —Mingyu preguntó.
Estaban fuera del departamento ahora y frente al auto de Mingyu. El Alfa lo deslizó fácilmente al asiento trasero.
Wonwoo puso los ojos en blanco. —Los Fitzs. Viven abajo, ¿no lo sabías?
Cuando Mingyu frunció el ceño, Wonwoo continuó: —A veces voy a su casa a almorzar. El Sr. Fitz me está enseñando a jugar al ajedrez y me encantan las galletas de la Sra. Fitz.
Mingyu negó con la cabeza. —Realmente eres increíble, Wonwoo. Yo, por otro lado, no soy bueno con la gente.
Mingyu abrió el asiento del conductor y subió. El loco Alfa ya había trazado el camino más rápido al hospital hacía eones. Wonwoo se agarró a los asientos cuando Mingyu prendió el encendido.
Cuando Mingyu maldijo a mitad de camino, Wonwoo asomó la cabeza desde su posición para escuchar una sirena de policía.—Cálmate y hazte hacia un lado, —le dijo Wonwoo a Mingyu.
—No tenemos tiempo para esta mierda —se quejó Mingyu.
—Cariño, detente y habla con el policía. Explica la situación. Estoy seguro que no voy a dar a luz fácilmente sabiendo que estás atrapado en una celda de la cárcel.
Eso convenció a Mingyu de detener el auto. Un breve dolor atravesó a Wonwoo, y bloqueó una gran parte de la conversación. Gimiendo, Wonwoo abrió los ojos para ver que las cosas no iban tan bien. Mingyu parecía que estaba a punto de arrancarle garganta al oficial de policía.