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La primera vez que Hanagaki Takemichi escuchó ese nombre fue en un momento poco oportuno.

Desesperación, miedo, esas eran las emociones que inundaban al joven viajero del tiempo.

A pesar de los golpes que su cuerpo tuvo que aguantar en las últimas horas, sus piernas corrían todo lo que podía sin un rumbo fijo. Se sentía patético por pensar que alguien como él, un simple esclavo de unos pandilleros de poca monta podría hacer algún tipo de diferencia en el futuro.

En su escape logró chocar con alguien, ambos cayeron al suelo en direcciones opuestas, él sentado en el suelo sin ningún tipo de fuerza o voluntad para querer levantarse.

- Oye tú ¿Estás bien?

Frente a él había alguien más, entre las gruesas lágrimas que nublaban su visión  podía distinguir la figura de la persona con la que había chocado. Un bonito cabello largo atado con un brillante listón a juego, un uniforme algo manchado de polvo y ojos amables que le miraban con preocupación.

- ¿E-eh?

Ella, aún en el suelo le tomó del rostro con una mano y lo movió ligeramente a los lados, inspeccionando sus magulladas mejillas.

- Eso no se ve nada bien.- Dijo la chica, deteniéndose un momento para buscar algo en su mochila, sacó un par de pañuelos desechables y los humedeció en agua de su botella mientras limpiaba con cuidado la suciedad del rostro del rubio. Con una sonrisa de disculpa se apartó del rubio.- Lo siento, no es como si llevara un kit de primero auxilios a todas partes, esto es lo mejor que pude hacer.

Hanagaki Takemichi tardó en procesar lo que había estado pasando. Hace no mucho tiempo era un trabajador de sueldo mínimo en una tienda de discos, después vino lo del viaje en el tiempo y su misión fallida por salvar a su amor del instituto, ahora se encontraba en medio de una calle solitaria en medio de la noche, llorando mientras una chica desconocida le limpiaba el rostro.

Debía verse como una mierda si incluso un extraño de la calle llegó a sentir lástima por él.

- Gracias...- Dijo en un susurro, apenas con voz para poder contestar, recibiendo un asentimiento de la chica que había comenzado a recoger sus cosas del suelo. - ¿Ayudas a todos los extraños que se te cruzan por el camino?

¿Por qué había dicho eso? Takemichi no tenía una respuesta para eso, su mente estaba en otro lugar completamente diferente, confundido a más no poder y con un nudo en es estómago creado por su necesidad de refugiarse en su cotidiana vida de un hombre adulto de 26 años.

- Hago lo mejor que puedo.- Respondió con un encogimiento de hombros.- Mi tía me mataría si me viese llegar a casa golpeada de esa forma, supongo que también tienes a alguien que odiaría verte cubierto de tierra y sangre.- Quizá un poco intrusivo, por no decir cotilla, la chica avanzó un poco, rozando el límite del espacio personal con el muchacho. - ¿Te molesta algún matón o algo así? ¿Hiciste enojar a alguien?- Preguntó con una ligera inclinación de cabeza.

Para el joven Hanagaki, eso fue como si le hubiesen disparado con todas sus preocupaciones en ese preciso momento, sin quererlo, las lagrimas volvieron a inundar sus ojos azules.

La dulce sonrisa de Hina inundaba su cabeza, esa luz con la que irradiaba estaba destinada a apagarse.

¿Sería lo suficientemente fuerte como para seguir adelante?

- No es nada.- Exclamó, tallándose furiosamente los ojos en un intento por despejar su visión.

Cuando el rubio frente a ella desvió la mirada supo que debía dar marcha atrás con sus suposiciones e intrusiones.

Girando Como Una Rueda De La Fortuna [Tokyo Revengers X Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora