IV

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Odiaba el calor del verano, había días como esos en los que quisiera enterrar su rostro en el frigorífico y no sacarlo de ahí hasta que se convirtiera en uno mismo con las piezas de carne en congelación o el suministro de hielo que su hermano mayor tanto se esforzaba en mantener abastecido.

Sería un sueño hecho realidad pero lamentablemente no podría cumplirlo, ya que no tenía forma de entrar a su casa.

Con su padre y hermano fuera, ninguno de ellos se tomó la molestia de avisar o dejarle un juego de llaves para poder entrar.

El único consuelo que encontró fue una de las brillantes monedas de 100¥ que había sido olvidada en uno de los bolsillos de sus pantalones cortos.

Bendita sea la anciana al otro lado de la calle que le dio esa recompensa por sacar a pasear a su perro.

Con ese descubrimiento logró comprar una paleta helada, sencilla y de sabor limón, perfecta para refrescar su casi derretido cerebro.

La dulzura del postre helado logró calmar levemente el golpe de calor, en ese momento lo que la niña de cabello (c/c) más necesitaba era la sombra de un árbol, por ello decidió ir a uno de los parques cercanos para lograr encontrar un buen lugar donde recostarse a pasar el rato en lo que su familia volvía a casa.

La felicidad no duró mucho tiempo, las risas de unos niños y los estridentes ruidos de un gato se escuchaban no muy lejos del lugar. Apenas puso un pie en los terrenos del parque infantil, logró ver a un grupo de niños, quizá un grado mayor a ella, quienes lanzaban rocas a una de las ramas de un árbol.

Mirando de cerca, esa misma rama albergaba a un gato asustado que no paraba de sisear y lanzar zarpazos a diestra y siniestra.

Siendo una amante de los superhéroes, ella decidió dar un paso al frente, con el ceño fruncido y los brazos cruzados para lucir tan intimidante como su edad se lo permitía.

- ¡Oigan!- Llamó en voz alta al grupo de niños.- ¿Qué están haciendo?

Ellos voltearon y solo se encogieron de hombros, uno incluso ignoró por completo la llamada de atención y continuó su tarea de molestar al felino.

- ¿A ti qué te importa?- Exclamó el más grande del grupo.- Vete y déjanos jugar.

Siendo la persona de poca paciencia que era, la niña no dudó ni un segundo en tomar su paleta recién comprada y lanzarla a la cara del bravucón.

Sus manos apretadas en puños pronto hicieron contacto en la cara de uno de los niños, quien quedó tendido en el suelo sin mucho esfuerzo.

Las lágrimas habían inundado sus ojos, no esperó para correr mientras lloraba. El par de niños restantes le miraron con miedo antes de salir corriendo tras su amigo.

- ¡Idiota!- Exclamó uno de los niños mientras huía.

Ella solo chasqueó su lengua antes de mirar al árbol, el gatito estaba asustado y parecía no poder bajar de la rama. Como una buena persona, decidió hacer uso de sus habilidades y trepó el árbol con algo de dificultad hasta quedar cerca del minino.

- Ven gatito, gatito, yo te ayu...¡Ah!

Con un siseo, el gato lanzó un zarpazo cómo método de defensa, esto hizo que la niña cayera desde la rama hasta el suelo en un sentón. Era una fortuna que no se trataba de una gran distancia, solo recibió un par de raspones y un dolor de trasero por el impacto.

A diferencia de ella, el gato cayó con gracia al suelo y salió corriendo, dejando a la (c/c) maldiciendo entre dientes.

- Oye ¿Estás bien?

Girando Como Una Rueda De La Fortuna [Tokyo Revengers X Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora