UN MUNDO MÁGICO ECLIPSADO ENTRE LAS TINIEBLAS'
Años atrás...
Una pareja caminaba bajo el sol. La madre con una niña en brazos. No podían cuidarla. Los perseguian, habían roto las reglas. Un brujo no podía estar con una humana.
Ella tendría más de veintisietes años, él unos treintas. Su cabello almedrado rodeaba su rostro con lagrimas en las mejillas. Él hombre no dejaba de correr, de animarla a avanzar.
Ese día, tan solo seis horas atrás nació Arya.
El calor era asfixiante, sofocante, nadie se explicaba como habían pasado de invierno a ese clima tan sofocante.
Ambos padres llevaban prisa, debían llegar a aquel hogar que Rasha una vieja amiga les había nombrado. Debían abandonar a Arya, sabian que Aenea la cuidaría y entrenaría. Los poderes que desarrollaría su hija con el pasar de los años cambiarían al mundo, debían cuidarla, protegerla a toda costa, era su secreto. Entregarían a otra mujer lo más preciado que ambos padres tenían. Su hija, fruto del amor entre un brujo y una humana, era el pecado para la sociedad del padre en esa época, aquella que siempre sería buscada, pero ya no solo por el consejo mágico, sino también por el descendiente del brujo más poderoso de todos los tiempos. Pues Artemis, estaba destinado a encontrarla.
—Vamos, falta poco. —La animó el padre de la niña. Estaba a unos pasos de la casa que buscaban. La mujer se sentía mal, a ambos el calor comenzaba a afectarles, la luz del sol con el pasar de los segundos se intensificaba mucho más, y ella aún por obvias razones se encontraba débil de la labor a la hora de traer a Arya al mundo.
Una vez frente a la casa, ella observó muy bien la dirección.
—¡No podemos hacerlo! —Lágrimas rodaban por la mejilla de la joven madre, no quería dejarla.
—Debemos hacerlo cariño, es por su bien, aunque odie admitirlo. —Susurró el hombre dejando caer las lagrimas también, ambos estaban renunciando a su hermosa bebe a quien hace solo horas vieron nacer.
La dejaron apenas cubierta, hacia tanto calor que temían que ella también lo sintiera y con ello, que la criatura enfermara por deshidratación.
El padre se quitó un colgate con el simbolo del sol. Se lo colocó a su pequeña esperando que esta nunca se lo quitara, pues esa iba a hacer su única conexión.
Por instinto, la bebe aferró su manito a el dije de la cadena. Acto siguiente, ambos padres le dieron un ultimo beso en la frente, tocaron a la puerta un par de veces y cuando escucharon unos pasos aproximarse a la puerta, la miraron por última vez antes de echarse a correr, el ciego dolor no les permitió ver hacia atrás de nuevo.
Hansa los miró a la distancia, era una mujer anciana, desde temprana edad tuvo fascinación por la herbolaria y la magia, sus dones fueron creciendo con el pasar de los años, gracias a la ayuda de su madre y abuela. Pero en una de esas tantas visiones que las runas le mostraron hace algunos años atrás, vió la llegada de dos almas, aquellas que estaban conectadas, que podían salvar todo lo conocido por ella y los demás de la oscuridad absoluta que ronda el lugar.
Nunca imaginó, que todo lo visto en sus visiones a lo largo de los años, tan siquiera pudiese pasar.
Pero en ese momento, la anciana por fin entendió cuál era su destino ante todo lo que ella vivió durante años. Toda su vida se preparó para lo que ahora su vieja alma presenciaba. Su misión y deber, siempre a sido, unir a estos dos seres que a pesar de necesitarse, son tan impares.
Hansa estaba tan asombrada al ver a ambos padres alejarse, casi al punto de las lágrimas, pues su visión se hacía realidad.
El místico Artermis descendiente del gran Bourkley, había nacido en altas horas de la noche y la poderosa Arya tan solo unas horas después, en pleno amanecer, en pleno apogeo del caliente sol. Confirmando así, que el frío con el calor se unieron provocando un extraño fenómeno climático que afectaba a todos a su alrededor.
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Artemis y Arya
FantasyRelato ganador del concurso de equipos de escritores de la comunidad de Tertulia de letras. Y la historia se basa en la Magia