Capítulo II

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Aún tengo pequeños recuerdos del accidente de mi madre, aunque se disipan conforme pasan los días.

Ya solo quedamos 3: mi hermano, mi hermana y yo. Estoy esperando ansiosamente el momento en que llegue alguien y me lleve para hacerle compañía, quiero ser su amigo y poder ayudarlo.

En todo el tiempo que llevo no había notado detallademente este lugar. Las paredes que lo recubren son muy lisas, lo sé porque siempre me resbalo pasando al lado del ellas. Además tiene imágenes de diferentes animales que hay aquí, y algunos símbolos que no sé lo que significan pero todas las personas que entran se fijan en ellas y luego proceden a hablar con el amo. El suelo es algo muy extraño, siempre que miro hacia él puedo verme a mi mismo, siento que hay otro mundo escondido allí. Y las puertas siempre me dejan ver lo que está ahí afuera pero nunca puedo salir. Así fue como pude ver la muerte de mi madre y por eso no pude ayudarla.

Hoy me han aplicado una inyección y no me gustó para nada, claro que el dolor paso cuando me dieron una galleta y mi amo jugó un rato con migo. Mientras él me lanzaba una pelota yo iba por ella y la mordia hasta que sentía el aire colarse por mis dientes. El amo me decía cosas que no le entendía, me exclamaba: ¡Traela, ve por ella! ¡Damela! Pero yo no sabía de lo que me hablaba; me limitaba solo a morder y sacar el aire de aquella pelota. Entre tantas corridas y mordidas, me miro y me dijo:- eres mi favorito, apenas pueda comprar una casa te llevaré a vivir con migo- eso quería decir que ya podía hacerle compañia a alguien y además seríamos muy buenos amigos. Me sentía bastante alegre, tanto que pude notar como mi cola se batía de un lado a otro, me deje llevar por el vaivén de ésta e intente atraparla corriendo hacia ella. Mi amo se quedo mirándome y se echó a reir.

Escucho un ruido y de inmediato me levanto para ver de donde proviene, es mi amo que ha venido temprano. Se pasea de un lado a otro acomodando algunas cosas. Mi hermana se levanta al escuchar los pasos, seguido mi hermano. Nos salimos de la jaula en la que estamos y vamos a comer, de camino a mi plato me quedo mirando hacia un costado, las aves se encuentran allí en una jaula más pequeña que la mia, pero se ven comodas, se limitan a saltar de un lado a otro, como si quisieran salir, aunque no lo intentan. Me acerco a una de las jaulas en donde hay un ave de color gris e intento llamar su atención hablandole. -pajarito, ey pajarito, ven- el ave baja despacio y se queda mirandome, mueve su cabeza de un lado a otro mientras me mira. Puedo notar que solo tiene 2 patas con las que se sostiene. Cuando está lo suficientemente cerca le digo: - ¿Cómo es que puedes hacer todo con solo 2 patas?, a lo que el ave me responde, :- las cosas que tengo que hacer no requiere uso de más de 2 patas, con ellas puedo hacer lo que necesito, su voz es tan aguda pero con un tono muy alto que se escucha en todo el lugar. ¿Y cómo haces para comer? :- me llevo la comida a la boca con mis dos patas:- me responde el loro. ¿Y si te pica algo? :- con mis dos patas me rasco:- me responde de nuevo el loro. ¿Y si quieres salir? El loro da unas vueltas por la jaula, se detiene, me mira, bueno eso parece ya que sus ojos apuntan a los lados. Y me dice :- no puedo salir de está jaula, la puerta está diseñada de una manera en la la que los loros no la podemos usar:- ¿Osea que jamás has estado en el mundo exterior? :- sí. Antes solía vivir en un bosque, era inmenso y por cada costado se observaba la naturaleza es un su mejor expresión. Yo vivía solo, aunque siempre, al atardecer, las aves nos reuníamos en uno de los pinos más altos del bosque y, postrados sobre todas sus ramas, admirabamos la salida del atardecer y la llegada de la noche. Todo era así hasta que llegaron los humanos y se llevaron los arboles; uno a uno fueron talados, y con sigo se llevaban a todas las aves. Yo era de las más astutas, siempre buscaba los arboles más alejados y me escondía allí hasta que ellos se iban. Pero un día uno de ellos me encontró y en mi afán por escapar de sus libertinas manos me golpee un ala y no pude volar. Desde esa vez he viajado hasta llegar a donde estoy ahora. :-¿Por qué te hicieron eso? Le pregunté yo con la mirada desviada, pues su historia no me había parecido de las más lindas. :- en todo mi trayecto con los humanos, responde él con demasiada experiencia en sus palabras, he podido notar que cuando quieren algo lo toman y no lo sueltan. Lo convierten en parte de ellos y lo apricionan como hicieron con migo. Es una manera de decir es mío y nadie más puede tocarlo. Me quedo por un momento mirando al Loro hasta que escucho que me llaman, es mi amo, con tantas anécdotas se me había olvidado que no había comido. Me voy corriendo hacia mi plato y de un bocado acabo con la comida.

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⏰ Última actualización: May 24, 2015 ⏰

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