Prólogo.

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La brisa pegaba en sus caras y sus ojos miraban el horizonte desde aquel techo de la casa de Esmeralda.

Con tan sólo 6 años de edad, Aaron y su pequeña amiga Esmeralda, miraban la vista que tenían frente a ellos. Era preciosa.

Aaron tenia el sueño y la visión de que algún día, Esmeralda y él irían a ser novios, de grandes, y estarían viendo esto agarrados de la mano declarándose su amor.

Esmeralda le va a confesar algo que tal vez su amigo no le agrade.

La pesadilla de Aaron era que Esmeralda le dijera qué le gusta un chico, y no es él. Le atemoriza como le atemorizan los bichos y las serpientes.

- Aaron.. ¿No, sabes? Olvidalo-. Dijo Esmeralda, tímida y arrepintiéndose de lo que iba a decir.

- Dime, soy tu... Mejor amigo-. Dijo Aaron intrigado.

Si hay una de las cosas que no le agradan a Aaron es que le mientan, que lo dejen con la intriga, y desesperarse.

Y pensaba que esa pequeña, la que tenia a su lado de aquellos ojos color gris, le declararía su amor... Pero no será así.

- No.

- ¿Te doy un centavo y me dices?-. Propuso Aaron.

Esmeralda se quedo pensando por unos minutos, no dejaba de mirar la vista que tenía en frente de sus ojos. Y después, asintió, el niño sacó un centavo de su bolsillo en el pantalón y se lo dio en la mano a Esmeralda.

- Besé a Erick-. Sacó la niña cerrando los ojos y la mandíbula apretada.

El corazón de Aaron latía muy fuerte, tanto que los latidos parecían que se iban a salir de su pecho. Se llenó de irá por que él sabia, que nadie se enamoraría de él jamás.

Esmeralda al ver la rara expresión de disgusto y decepción en el rostro de Aaron. Se puso nerviosa y se atrevió a preguntar.

- ¿Qué ocurre?

Aaron no quito la mirada de en frente estaba serio y pálido. Esmeralda se sintió ignorada y le pregunto lo que el chiquillo le había preguntado minutos antes.

- ¿Te doy un centavo y me dices?

Aaron no quito su mirada y asintió lentamente. Lo único que pasaba por su cabeza son los sonidos de un tic-tac, tic-tac, tic-tac. El tiempo lo estaba consumiendo. Ya no eran horas eran segundos.

Esmeralda lo miro y él volteo su mirada hacia ella, veía su cara y su cabello que era volado por el aire. Aaron estiro la mano y Esmeralda le dio tan significante moneda.

Aaron se sentía decepcionado por no tener un amor correspondido. Y pensó que iría a hacer próximamente estaría bien...

- ¿Y bien? ¿Me dirás?-. Dijo ya desesperada Esmeralda.

- ¡¿Por qué lo besaste?!-. Pregunto empujando a Esmeralda hacia la orilla del techo.

- ¡Aaron! ¡Me caeré no me sigas empujando!..

Dijo hasta que cayó, pero se agarró de la orilla del techo. Esmeralda gritaba auxilio y pedía ayuda, gritaba aterrorizada, asustada y con temor a quedar muerta. Aaron hacia todo lo posible para que cayera.

- ¡AARON!

Esmeralda no pudo sostenerse más, y cayó en el patio de su casa causando su muerte al instante.

Aaron no se asustó, no se alarmó por aquella pequeña que estaba tirada en el suelo. Muerta.

Se quedo tranquilo, y se sentó en el techo de la casa en donde vivía una chica que le encantaba. Se quedo mirando la excelente y gran vista que tenía en frente de sus ojos marrones verdosos. Solo.

Sólo por el hecho de no tener un amor correspondido, se convirtió en un psicópata.

Crush.

F.

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