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Los ojos (t/o) estaban cristalinos y las lágrimas saladas escapaban para resbalarse por sus mejillas mientras el contrario tenía sus manos alrededor del rostro de la joven, limpiando las gotas transparentes que no cesaban.
(T/n) tenía los mofletes y la nariz de un suave color rojo a causa de los sollozos y sus ojos estaban levemente hinchados, dirigiendo la mirada hacia sus pies con vergüenza por estar en ese estado con el hombre que amaba.
En cambio, él solo se limitaba a estar en silencio, observando la expresión de tristeza de la fémina, quien parecía una pequeña muñeca totalmente delicada a la cual cuidar.
La peli(t/c) estaba aferrada a la chaqueta del más alto con un agarre débil y sin fuerzas, pero era suficiente para comprobar que él estaba ahí, a su lado.
- ¿Estás bien, (T/n)-san? .- le preguntó en un suave y cariñoso tono, frunciendo el ceño con pena al verla en esta manera.
- N-no... .- respondió en un hilo de voz sin mirarlo al rostro.
Osamu la rodeó con sus brazos para fundirla en un abrazo protector, situando su mentón encima de la cabeza de esta, a lo que notaba el pequeño temblor de la chica.
- Este mundo es muy cruel, (T/n)-san... .- explicó, con el intento de consolarla -. Un mundo que te asfixia, un mundo donde todo te da mal resultado, nada sale como quieres y por último, la sociedad apesta.
- No puedo ya con esto, Osamu... .- dijo entre sollozos, apoyando su frente en el pecho del mencionado.
- Lo sé... .- acarició su cabello con delicadeza -. Por eso quiero que lo hagamos juntos.
Sacó del bolsillo de su chaqueta un mechero, y a continuación lo encendió.
El castaño empezó a oler el pudor de la gasolina que los rodeaba a ambos, esparcida por todo el suelo y encima de los muebles viejos de ese edificio abandonado.
Respiró hondo con tranquilidad y finalmente dejó caer el objeto que estaba soltando una pequeña llama, la cual prendió fuego rápidamente en el momento que tuvo contacto con la gasolina.
La temperatura subió en pocos segundos y ahora los únicos colores que ambos jóvenes podían ver, era una paleta de amarillos, rojos y naranjas.
Dazai de nuevo abrazó a la chica en cuanto sintió que su temblor aumentaba y sus lágrimas no tenían intención de detenerse.
Ella notó un picazón en la garganta y empezó a toser a causa del humo que estaba respirando, juraba que ya no le quedaba aire y en ese momento fue cuando el más alto la tomó por las mejillas con sus manos, haciendo que lo mirara fijamente.
- (T/n)-san, no llores .- le rogó mientras sentía su corazón romperse en mil pedazos -. Solo estamos tú y yo, no te preocupes. Esto va a acabar en seguida, ya no tendrás que aguantar todo esto. Voy a estar contigo hasta la muerte.
La menor soltó una pequeña carcajada al escuchar lo último, ya que estaban muy cerca para su fin.
Osamu la acercó a él para juntar sus labios y formar un beso necesitado.
(T/n) correspondió y lo rodeó con sus brazos, profundizando la pequeña unión tan cálida.
Cada vez sus cuerpos se volvían más calientes por el simple hecho de que las llamas de fuego ya estaban viajando por las ropas de ellos dos, quemando poco a poco la piel al igual que la carne de sus cuerpos.
Les dolía, sí, es un sufrimiento morir asfixiado por el humo y quemado, pero ninguno se movía de su sitio y ninguno se atrevía a romper el beso.
Simplemente querían terminar con sus vidas juntos, sintiendo su corazón ardiendo tanto poéticamente como literalmente.
Solo era un suicidio doble lleno amor y a la vez sufrimiento.
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