Capítulo 1: ¿Platónico?

38 3 1
                                    

Capítulo 1: 

No me agrada recordar el día que lo conocí, simplemente porque no se llevó la mejor impresión de mí.

No lo digo por mi aspecto, aunque debo aceptar que ese día me encontraba hecha un desastre.

Les explico. Fue un 28 de febrero y me encontraba seriamente cabreada por pasear a mi perro Peeta (su nombre es lo único que me agrada de mi perro, hasta cierto punto). Vamos, ¿A qué adolescente sedentaria de 17 años le gusta pasear a su perro cuando están a punto de acabar sus vacaciones? 

Volviendo al tema, me dirigía a un parque cercano para que este cagara, corra, que se yo; cosas de perros. 

Llegamos a mi árbol favorito, el cual me encantaba porque el viento llegaba de una forma suave y no hay mucho ruido a los alrededores. Me senté en el pasto apoyándome totalmente en el gran árbol teniendo la correa de mi perro en mi mano y el muy estúpido abusó de mi confianza y cansancio corriendo hacia una perra que estaba a unos metros de nosotros.

-¡Peeta ven acá!- grite mientras me enderezaba rápidamente y "corría" a buscarlo.

Haciendo caso a su nombre solo se dignó a mirarme y decir con esta "mírame idiota, esto es por no jugar conmigo". Adivinen que hizo. Sí. ¡Hizo coito con la perra! ¡Frente a mis ojos!

Mirándolo horrorizada solo atiné a buscar algo con que separarlos encontrando solo a mi lado una rama. ¿Qué podría hacer con una rama?

-Te las verás conmigo maldito ¡Esto es por destrozar mi polera favorita!- Y sin más preámbulos le toqué con la rama su cosa. Sí, no diré (o pensaré) la palabra con pé.

No sentí respuesta y siguió con lo suyo.

-Estúpido perro, me jodiste la tarde ¡Apártate antes que poseas responsabilidades de padre!- Chillé, aunque sabía que sería incapaz de oírme. Por favor alguien ayúdeme con este animal.

Como si alguien escuchara mis súplicas, delante mío pasó un chico de aproximadamente mi edad junto a sus amigos en skate.

-¿Sabes que el perro no te oirá, cierto?- Dijo deteniendo su rumbo y dirigiéndose a mí. Trágame tierra. ¡Es hermoso! Sus ojos azules combinan con su pelo castaño claro y su hermoso peinado con casquillas a un lado que derretiría a cualquier chica. Además mide aproximadamente 1,70 sacándome unos 20 cm, pues, yo medía 1,50. Puede que no sea un Dios griego, pero es lo que más se acerca a uno.

-¿Llamando a tierra?- Dijo mirándome divertido. Mierda, debió ser muy notorio mi mirada puesta en él.

-¿Puedes ayudarme a separarlo?-Dije deleitándome mirándolo. Por favor díganme que no es verdad ¡Un chico hermoso hablándome! Debo estar hecha un desastre... ni siquiera me peine.

Luego de lamentarme decidí volver a mirarlo y ver como tomaba un vaso, sacaba agua de la pileta y la tiró en el lugar de la acción haciendo que Peeta se separara casi al instante. Le gruñó y regresó a mi lado. Al mismo tiempo conecte su cadena a la correa que tenía en mi mano y miré al casi Dios retirándose mientras reía junto a sus amigos.

-Gracias... espero volver a encontrarnos-Susurré al aire y al mismo tiempo mi perro me tomó desprevenida y me votó. Maldito seas perro, casi llegué a adorarte. 

No pasó mucho tiempo desde ese lindo y extraño encuentro. En unos días entre a mi penúltimo año percatándome que el casi Dios estudiaría en mi colegio.

-Oh dios mío, ¡es el!-Le dije a mi mejor amiga Johanna, la cual volteó "disimuladamente" en su dirección.- ¿Que parte de cuando te diga que mires a un chico lo hagas DISIMULADAMENTE?-Dije rodando mis ojos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 14, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Me gusta Jastin, el gay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora