Jughead JonesLa había perdido para siempre, había perdido a quien era, es y será el amor de mi vida. Ella era con la mujer que me imaginé un futuro, la mujer con la quería morir cuando seamos unos viejos canosos. Sin embargo, siempre hay un "pero" y, en nuestra historia nuestro pero fue muy grande.
Embarace a la nueva.
Embarace a Jessica.
¡Maldita-sea embarace a alguien que no era mi novia!.
Al principio fue muy fácil, cuando Jessica me informó sobre su embarazo lo tomé con calma, al menos, eso demostré, porque en realidad estaba en estado de negación y en shock. Y a pesar de que el embarazo de Jessica podía significar el fin de mi relación, le conté a betty el mismo día, no hubo problemas porque se suponía que Jessica iba abortar.
[Dos semanas y media atrás]
Jessica y yo habíamos permanecido en silencio absoluto durante todo el trayecto a la clínica. Teníamos la cita ya realizada, y al ser nosotros ya mayores de edad no hubo problemas con el papeleo.
—¡Mata bebés! —gritaron varias personas.
Rodee mi brazo en los hombros de Jessica envitando que la jalaran. No eran muchas personas pero si la suficiente para estresarme.
—¡Salven las dos vidas! —volvieron a gritar.
Pasamos las rejas, pero eso no evitó que varias personas nos sigan gritando estupideces. Nos adentramos a la clínica y la recepcionista nos pidió que esperemos un rato.
—Señorita es su turno —anunció un señor, supuse que es el doctor que le iba realizar el aborto.
—Tranquila Jessica —pedí—. Todo va salir bien.
Ella asintió y se fue.
No podía estar tranquilo, en solo minutos había dado como cien vueltas en círculos, nervioso y estresado.
—Tranquilo chico, tu novia va estar bien —aseguró la recepcionista.
—No es mi novia —aclaré rápidamente.
Los nervios me estaban jugando una mala pasada. Fui al baño y moje todo mi rostro con agua del grifo, al llegar a la sala de espera me encontré con Jessica, en ese momento me pregunté, ¿tan rápido era un aborto?. Solo habían pasado seis minutos, y tenía entendido que un aborto dura unos diez minutos.
Sus manos temblaban, su nariz estaba roja, sus ojos estaban cristalizados y rojos. Con mi corazón latiendo a mil, me acerqué a ella.
—Lo siento —dijo con la voz rota.
Mierda, fue lo primero que pensé.
—Jessica.
—Lo siento, lo siento, no pude jughead, no pude —lloró.