Capitulo Único

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Y cuando miró a sus ojos, sólo vio atontamiento. Estaban espantosamente vacíos, y la única emoción que mostraba en su rostro era el efecto secundario de cualquier maldita droga que estuviera tomando. Había perdido tanto peso a lo largo de los años, que Draken temía poder partirlo por la mitad si se esforzaba lo suficiente.

Pero aún así fue Mikey, su amigo de la infancia, el amor que lo lastimó y aún lo lastima más.

Y Draken quería darle un puñetazo en la cara, presionarlo contra la pared y gritar -¿siquiera te acuerdas?-

¿Qué estás pensando? Él es Mikey, tu Mikey, no puedes golpearlo.

Si tan solo fuera su Mikey.

El hombre frente a él seguramente no se parecía al Mikey que creció amando.

La excusa para una sonrisa que Mikey tenía en su rostro era repugnante de ver. Le hizo recordar cosas que deseaba no recordar, le hizo enojar, frustrar, al borde de la manía.

Su voz era baja, ronca y las jodidas ojeras que tenía debajo de los ojos se volvían más y más oscuras cada vez que aparecía a la mañana siguiente.

Déjame entrar, Ken-chin. me estoy congelando.

y Draken no era más que un hombre débil para Mikey, siempre lo ha sido y lo será.

lo dejó entrar, y la tensión y las palabras no dichas se convirtieron en toques rudos e insultos y besos airados.

-Te odio. ¿Te acuerdas, mikey?-

Y se convirtió en un mal hábito. Draken había dejado de fumar dos años después de comenzar, cuando mikey desapareció y la idea de que volvería fue lo único que lo mantuvo respirando.

Y ahora, estaba fumando un cigarrillo en el balcón porque la misma persona que estaba acostada en su cama se desmayó, demasiado drogado como para vestirse e irse. Fóllame, Ken-Chin. por favor, no puedo soportarlo más.

Era adictivo. Se convirtió en una rutina, una jodidamente tóxica que los mató a los dos poco a poco. Pero ahora ya era demasiado tarde.

Draken no podía soportar la idea de no ver su cara jodida, de sentir su corazón sorprendentemente aún latiendo, de abrazarlo en las raras ocasiones en que se quedaba dormido en su cama.

Mikey siempre lo quiso duro. Quería que los orgasmos le fueran follados con fuerza, quería marcas pero solo en lugares ocultos, quería los besos sangrientos y las maldiciones que Draken le lanzaba cuando lo sostenía en la cama.

Esta cosita enferma que jodió su vida, que quería golpear y gritar y presionar para follar sin cerebro.

No es que estuviera sobrio cuando venía a ver a Draken, siempre drogado con Dios sabe qué.

Había tratado de hablar con él, la conversación siempre terminaba con una pistola en la cabeza y una mirada vacía en el rostro en el que una vez puso sonrisas.

-Joder, quiero ayudarte, Mikey, recuerdas-

-¡Lo hago! Cállate, lo recuerdo todo.-

-Tócame. Por favor, por favor, Ken-Chin.- ese maldito apodo. Le hizo temblar las manos, la frustración que sacó del cuerpo ágil debajo de él. La cosita enferma jadeando y gimiendo y llenando la habitación con sus lloriqueos lascivos.

Eso es lo que eran, después de todo. Una distracción, un sabor amargo de un tiempo pasado.

Draken era un hombre débil cuando se trataba de Manjiro Sano.

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why'd you only call me when you're high? / drakeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora