-Sois grandes amigas, sin embargo, hay algo que cada una de las tres esconde.
Aquellas palabras fueron pronunciadas por una mujer de edad avanzada con el cabello blanco, el cuerpo ligero como una pluma y unas manos largas de dedos finos con las larguísimas uñas pintadas en esmalte de color blanco marfil
Las tres chicas se rieron mientras la mujer seguía barajando las cartas.
-Tú – señaló con uno de sus dedos enjoyados a una de las chicas – eres doña Perfecta.
La chica puso una sonrisa torcida. No había podido evitar fijarse en el hermoso anillo de oro blanco con un diamante incrustado que lucía la pitonisa. Le caía bien, pero de ahí a dejar que la llamara doña Perfecta por mucho que le simpatizara...
-¿Por qué dice usted eso? Soy una chica normal. Me gusta el orden, la limpieza, me gusta que las cosas brillen. Eso no significa que me crea perfecta o el gurú de la limpieza, simplemente soy una chica pulcra.
-Oh, vamos, Jane – dijo una de las otras dos – te mueres cuando vienes a mi casa y el polvo está sin limpiar un par de días.
La esotérica levantó una de sus blancas cejas.
-Sé que te gusta el orden a tu alrededor, pero ¿sabes por qué? Porque tu interior es un caos. Tienes miles de pensamientos que te asaltan, pensamientos feos, cosas que te aturden y te llenas de miedo y tienes la costumbre de espantarlas de tu cabeza limpiando todo lo que se pone a tu paso.
La señora guardó silencio durante unos minutos.
Jane la miró con suspicacia.
-¿Y usted como sabe eso de mí?
-Las cartas me lo dicen – dijo ella. – Te miras al espejo decenas de veces al día. Buscas la perfección incluso en tu imagen. Es lo que dicen mis cartas y mi consejo respecto a ello es que te dejes llevar. No seas perfecta, eres mucho mejor cuando no lo eres.
Jane apartó su melena de corte cuadrado de su rostro y puso unos mechones detrás de su oreja. Abrió la boca para decir pero antes de que pudiera decir una palabra la esotérica se giró hacia Britania.
-Tu eres justamente lo contrario a tu amiga Jane. Mientras que ella intenta evadirse de sus miedos buscando la perfección a su alrededor, tu te dejas llevar. Y no sería malo si no hubieras decidido aguantar en tu vida a personas que sabes que no te quieren.
Britania frunció el ceño...¿se estaba refiriendo a su novio?
-Lucas me ama – dijo a la defensiva – si me mete caña es por mi bien. Sabe que soy una chica guapa y que si adelgazo lo seré más aún, por eso me apoya con las dietas.
-Ya, claro – dijo Jane – por eso te dice gorda y tu se lo consientes.
Jane cruzó los brazos bajo su pecho.
-Nunca me ha gustado ese tío para ella – dijo mirando a la esotérica. – Ella merece a alguien que la trate con consideración y respeto. ¿Se ve en sus cartas si seguirán juntos?
La esotérica miró las cartas y después a Britania.
-Eso es Britania la que debe preguntarlo.
La chica estiró sus brazos hacia atrás y recogió su melena oscura en un pasador. Dejó caer los hombros hacia atrás y dijo:
-Está bien, dígamelo, ¿seguiré con Lucas?
-No
La respuesta fue tajante. Britania arrugó sus mofletes esperando alguna explicación más pero esta no llegó. En su lugar la mujer volvió a barajar las cartas y señaló con su dedo índice a Lucille.
-Creo que debes dejar de buscar la felicidad en los lugares equivocados y mirar dentro de ti. Persigues la idea del concepto familiar tradicional y , tal vez, las cosas no sucedan como tu esperas.
Lucille tragó saliva. No le gustaba lo que estaba escuchando.
-¿Quiere decir que no me voy a casar?
-De momento no, te veo pérdida en la búsqueda de cualquier cosa que pueda proporcionarte paz. Has probado con varias religiones y hasta con filosofías orientales, has perseguido hombres creyendo que estos podían darte esa tranquilidad que buscas pero lo cierto es que eso que tanto ansías está dentro de ti.
Lucille abrió sus labios rosados para decir algo.
Quería saber más.
Quería preguntar.
Pero la mujer ya estaba recogiendo sus cartas de tarot.
-No puedo responder más. Estoy cansada. Hoy hemos celebrado una reunión en la que he tenido que tirar las cartas a varias personas. Demasiadas energías juntas agotan.
Con toda la lentitud del mundo guardó la baraja en una caja de madera rojiza y dijo:
-Debéis confiar las unas en las otras. Hay secretos escondidos guardados bajo llave en vuestra alma y vuestro corazón. Solo mirando dentro de vosotras mismas saldrá la verdad a la luz. Y es importante, muy importante que lleguéis a esa verdad.
Las tres contemplaron como la esotérica se levantaba tan ágilmente que sorprendía para su edad. El vestido de gasa vaporosa fue lo último que vieron cuando se giró y dijo:
-Recordad que estoy aquí todos los martes.
-¿No tenemos que pagarle nada? – preguntó Jane.
-No , cielo, ya me invitaréis a una copa la próxima semana.
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Te diré quién soy
ParanormalTres amigas íntimas lo comparten todo ... menos un secreto inconfesable en sus vidas. El día en que una pitonisa les predice su futuro empiezan a preguntarse hasta que punto la anciana mujer tiene razón en los consejos que les ha dado. El día que vi...