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La vida puede apestar aveces, dando motivos para odiar y caminar hasta las  vías de algún tren en movimiento, que te aplaste, así como los bichos pequeños que solíamos lastimar cuando éramos inocente.

La edad que teníamos y el poco conocimiento del mundo nos hacía imaginar cosas que eran imposibles para un adulto, alardeando que podíamos cumplir sueños sin ningún obstáculo, diciendo con fuerza que los adultos podrían ser exagerados a como viven su vida, que siempre hay esperanza.

Sin embargo crecemos y queremos volver a esa etapa inocente en dónde creíamos que aprender las vocales era los problemas más difícil en nuestra vida, que equivocado estábamos.

En nuestra pequeña inocencia, es normal pensar así, que unas simple sumas o restas eran lo más complicado y aprender atacar los cordones de nuestros zapatos era imposible lograrlo, tan inocente éramos que aveces no solemos aprovechar nuestra pequeña etapa, promesas que decimos, más no podemos cumplir al crecer.

¿Triste? Un poco

Crecer, suele ser tan irritante, pasas por problemas amorosos, fracciones que sabes que no necesitarás en tu vida, despejas la X aunque sabes con certeza que eso no te pedirán en la vida debes hacerlo para llenar tu libreta, decepciones, tanto familiares como amigos te hacen, preguntando; ¿qué hiciste mal para merecer todo lo que estás pasando?.

Y es que eso es parte de crecer y suele apestar aveces , pero¿Qué podemos hacer ? nada, piensas seriamente que hay alguien controlando tu vida, escribiendo mal tu historia, llenando de desgracias ya que no está conforme que seas feliz por lo menos una vez en el día. Estando en un punto que te preguntas ¿Valdrá la pena seguirla?

No, la verdad no lo vale, simplemente cierras los ojos y decides saltar, dejar que tú cuerpo impacte en el duro suelo, dejandote moribundo sin darte alguna esperanza para vivir.

Pero en ese punto, el destino decide cambiar, dándote esperanza,  demostrando su perdón de alguna forma o eso pensé cuando aquel chico de piel bronceada, su cabello ondulado largo, tapando un poco sus ojos, no dejando ver sus ojos color chocolate.

-¿Qué haces?

Me preguntó con voz algo grave dejando oler manzanas agrias producto de las feromonas de preocupación que soltaba, él me jaló a su cuerpo para que me alejara de aquel filo que estaba dispuesto a saltar, sintiendo sus brazos, aunque no eran musculosos eran firmes, dándome aquella protección que tanto necesitaba, soltando las primeras lágrimas que por años retenía, agradeciendo por quedarse  en esa posición.

El simple hecho de separarme y dejar ver mi rostro rojo por el llanto fue tan vergonzoso, aunque deje de lado ese sentimiento al ver su sonrisa que me trasmite confianza.

Me encantaría contar  una historia cursi y llena de amor, pero la vida no es así, sería simplemente disfrazar los problemas con pequeñas mentiras y hechos que no pasó.

Y es que Kim Taehyung era él alfa más raro que la Universidad podría tener, su actitud bromista y despistada podría llegar ser un problema a mi corazón.

-Kim Taehyung, te dije que pongas atención en tus clases, tus docente de la carrera de derecho  ya los tienes artos con tus chiste.

-Pero gatito, no es mi culpa que se le saliera la peluca mientras recogía un lápiz que se le cayó -hace una mueca - además con lo gordo que está no se dió cuenta hasta que reí, además solo le pregunté; que shampoo usa para tener tan sedoso su cabello.

Solo negué la cabeza queriendo parecer serio, aunque fallé ya que me puse a reír de como se imaginaba.

Y es que Kim Taehyung era así, cada cosa que le pasaba venía a contarme, muchas veces contaba su vida en forma de chiste, dándome curiosidad su forma de ver las cosas, disfrazando aquellas traumas en comedia, aunque si le mencionaba me decía que en unos días ya le iba a leer la mente, mitos que crea la gente porque uno estudia psicología, tontos.

Polo Norte- TaegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora