Prefacio

81 6 0
                                    

10 de septiembre, 2010.


El día que a Brooke Haven se le rompió el corazón era un día precioso.

El sol estaba radiante, en todo su esplendor, el cielo estaba azul brillante y limpio, sin nubes. Las flores exhibían sus colores como si estuvieran hechas por un pintor joven que utilizaba los colores más vibrantes de su acuarela.

Y Brooke lloraba.

Sí, sollozaba desde el fondo del alma, sin hacer ruido, sin decir una palabra.


— No puedo —Harry tomó sus manos y las enlazó con las de él—. Por favor, Brooke.


Su voz era queda, casi un susurro, a punto de romperse.


— Yo... —ella intentó decir algo, pero la voz se rompió.


Dio media vuelta y corrió hasta el granero, a esconderse, o tal vez a estar solas con el corazón latiéndole a mil por horas.

Harry no la dejó por mucho tiempo, corrió tras ella y se sentó a su lado encima de unos bloques de paja que eran el alimento para los caballos.

Ambos estaban en silencio, tal vez recluidos en si mismos, sintiendo el dolor puro y pleno, como retumbándole los oídos. Tenían miedo de decir algo, porque ya todo estaba dicho.


— Hay mucho más afuera —comenzó Brooke cuando se hubo calmado—. Esto es solo tierra, es solo animales, es solo... hay mucho más que esto.


Harry se quedó en silencio, como si analizara sus palabras.

Sin embargo, la tomó con delicadeza, su cara entre sus manos, como si fuera porcelana. Sus dedos acariciaron sus mejillas, limpiándole las lagrimas, con la delicadeza con la que limpias un jarrón valioso de porcelana china.


— Es todo lo que conozco —susurró sobre sus labios—. Esto es lo que amo, y no puedo ir contigo Brooke. Eres joven —se aclaró la garganta—. Ambos somos jóvenes. Y no podemos aferrarnos el uno al otro con la esperanza de que todo va a salir bien. No...


Las lágrimas de ella bajaban por sus ojos. El le besó los párpados, y la abrazó con fuerza. Como si no quisiera soltarla, como si no quisiera que se fuera.


— Por favor, ven conmigo, Harry —le dijo al oído—. Si estamos juntos, todo saldrá bien.

— No puedo darte el futuro que quieres tener, Ange* —la miró a los ojos—. No puedo ser el hombre que quieres que sea.

— No sabes qué quiero —ella lo miró enojada, él le sonrió y besó su nariz.

— No voy a ser el hombre que te impida cumplir tus sueños. Así que vete, Brooke, y no mires atrás.


Ella se quedó perpleja.

Harry era muy consciente de lo que había dicho. Por los ojos de Brooke pasaron toda clase de sentimientos: enojo, traición, dolor, tristeza, y luego, algo más profundo, algo que perseguiría a Harry todos los días desde ese día: odio.

El más puro y pleno.

Y un entendimiento de algo erróneo.


— Tú no me amas, nunca lo has hecho —le dijo, poniéndose de pie de repente, como si acabara de entender una ecuación matemática compleja. Sus manos sacudiendo el pantalón, y luego colocándose en su boca, sorprendida—. Oh, Dios mío.

— Brooke, yo...

— Claro, ¡esa es la razón por la que no puedes irte conmigo! ¡Fui una tonta! Tú...

— Brooke...


Y entonces, la esperanza volvió a los ojos de Brooke.

Y Harry sabía, en lo más profundo de su ser, que si le decía cualquier cosa, ella lo aceptaría y nunca se iría de su lado.

Entonces, él no se perdonaría robarle sus sueños.

Así que se aclaró la garganta y su semblante cambió.


— Tienes razón —le dijo con indiferencia—. Nunca lo he hecho, y no puedes obligarme a ir con alguien por el que no siento nada.


Minutos después, luego de luchar con el impulso de correr tras ella, Harry se detuvo a mirar el cielo.

El día era precioso.

Y él le había roto el corazón a Brooke Haven.








___


* Ange: Del francés, ángel.

Brookhaven | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora