Uno

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10 años después.


— ¿Despedida? —preguntó estupefacta.


El supervisor se rascó la nuca y su mirada descendió, como si tuviera vergüenza de decir por segunda vez lo que ya había escuchado. Estaba despedida.

La razón era que supuestamente había recorte personal, que solo parecía afectarle a ella.

Irónico.

Si bien era cierto que hacía una semana se había negado a representar el caso en los tribunales de un acosador sexual que era amigo del dueño del despacho, no creía que la situación acarrearía un despedido.


— ¿De verdad, Rick? Podías, no sé, inventarte algo más creíble.


Sus palabras destilaron veneno.

Rick se limitó a acomodarse los lentes y cruzar sus manos encima del escritorio, como hacía cada vez que intentaba explicarle algo muy difícil a un cliente.


— Las órdenes vinieron desde arriba, Brooke —habló pausadamente—. Y por mucho que deteste que no estés en mi equipo, de verdad, no puedo negarme o seré el siguiente en la lista de recortes.

— ¿Hay más personas? —preguntó bajando la voz.


No se sentía alegre de que despidieran a nadie, pero tal vez Norman, quien siempre encontraba una excusa para insultarla o decirle que era una cabeza hueca, todo porque se había negado a salir con él unos meses atrás, merecía que lo despidieran.

Rick, quien había sido la persona que le tendió la mano desde sus momentos como estudiante de derecho en la Universidad Blossom, miró al papel y luego a ella. Sus lentes se deslizaron un poco en su nariz, con un dedo los colocó en su lugar.


— Brooke... —dijo suavemente, en un susurro como si solo fuera a ella—. Eres la chica más tenaz que conozco, no le tienes miedo a nada, y tienes tus principios bien arraigados, típicos valores del sur, pero... eso no funciona en un ambiente centralizado, con un único dueño que no comparte los mismos valores que tú.

— Pero...

— No hay nada que pueda hacer, Brooke —cortó de golpe—. Llamaré a unos colegas para recomendarte, lo siento mucho —dijo finalmente mirándola a los ojos, casi con una tristeza palpable. Se recompuso—. De verdad, lo siento. Por favor, cierra la puerta en la salida.


Una vez Brooke salió del despacho, podía sentir la mirada de la gente encima de ella. Como cuando a los trece años, salió del granero junto a Harry, y todos parecían saber que él le había dado su primer beso.

Suspiró y sacudió su cabeza, como si con eso lograra borrar esos pensamientos.

Derrotada y deprimida, recogió sus cosas del escritorio y con una pequeña caja, salió del despacho en el piso quince y tomó el ascensor. Se despidió de Dan, el portero del edificio, explicándole brevemente su situación, y luego se fue a la estación de tren con destino a su casa.

Cuando llegó al viejo edificio en el piso tres de Dorman St, todo se ubicaba exactamente como lo había dejado esa mañana, excepto que no sentía igual.

Tal vez su reciente despido había agudizado sus sentidos y le hacía ver cosas donde no había, pero los zapatos y la chaqueta de Luke, su novio, reposaban en el suelo descuidados, como si fueran parte de una pintura abstracta, de esas que colgaban por doquier en el MET.

Dejó la caja encima de la repisa de la sala.

La silla del escritorio de Luke estaba mal ubicada, la colocó de la manera correcta y su computadora se encendió. Una pantalla negra con códigos diversos apareció, como si Luke se hubiera levantado de pronto y no hubiera podido bloquear el computador.

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⏰ Última actualización: Nov 15 ⏰

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Brookhaven | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora