El secreto

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Prólogo. 

Caracas, Venezuela. 

Sumida en sus betas mentales, una catira estaba mordiéndose esa uña con la vista perdida en el coñazo de gente que pasaba delante de ella, detrás de la pared de cristal de su negocio de peluquería "Tu catira bella". 

—Yo estoy clara que Jisoo me está ocultando un beta, pero no cualquier beta, un beta grande —se decía, cuando escuchó que se abría la puerta. Ahí voltio rapidito mirando a la dueña de sus pensamientos.

Achicó sus pepas de ojos, notando a la otra acercarse como que no quiere la cosa. Es que ni disimulaba con su postura sumisa, que de pana ocultaba algo. Hasta se rascó detrás de la nuca antes de alzar sus pepas de ojos color noche sin luna, mirando a la otra.

—Rosé, tengo algo importante que decirte, chama... —bajo la vista, misteriosa en su aura.

—Dime, Jisoo... Dime porque de pana ya no aguanto este misterio que te cargas —soltó letra notablemente aireada—. Dime, ¿me botaste mis pantaletas, las que te presté el otro día? 

—No, vale...

—¿Me quemaste el secador, otra vez? 

—No... Yo...

—¿Tú qué, Jisoo? Coño, chama, dale vale, suelta letra.

La catira tuvo que cruzarse de brazos para evitar lanzarle un lepe a la otra que, de nuevo, bajaba la vista. Y de repente, de tanto darle guaya a su mente con la bendita pensadera del porqué Jisoo actuaba raro, distante y misteriosa últimamente, abrió sus pepas de ojos mostrando su color claro marroncito. Y es que hasta se puso pálida de solo pensar que Jisoo, le iba a terminar.

Porque sí. Ese par era jevitas desde quinto año del liceo, cosa que fue hace seis años atrás. Tiempo suficiente como para conocer a la otra, o para al menos intuir sus estados de ánimos. Y para darle más candela al asunto, se le vino a la mente cierta chamita muy compinche de Jisoo con la cual andaba pa' 'rriba y pa' 'bajo, con decirles, que se la pasaba más con esa chamita, que con su propia catira. Y no, no lo aguantó más.

—Dime la verdad, Jisoo Ruperta, ¿me quieres termi... terminar? —le costó un mundo soltar aquello, le tembló hasta la voz. Y casi llora, y más al notar a la otra callada, ni se espabiló con tal suposición de la catira.

—Rosé, yo... Técnicamente sí, pero yo...

***




Continuará...

¡Feliz día del inocente!

Si te molestaste, ¿Quién dijo que yo escribo con mi léxico venezolano, para empezar, en mi perfil serio? Jajajaja. 

Pero ahora me pregunto, ¿será que Jisoo le iba a cortar las patas a su catira? Que beta. 

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