La primera cita

130 17 50
                                    

Odiaba ser impuntual y a los impuntuales, o al menos, le desagradaban bastante. Por eso, una hora antes de su cita ya estaba listo. Solo hacía falta ponerse su abrigo de franela azul y su sombrero de copa del mismo color- su favorito- que era además el color natural de casi todos los miembros de su familia, el cual contrastaba bastante con sus ojos rojos.

Su cita no era romántica, por cierto, pero su hermano mayor Tensei la había agendado para él en vista de que sería el encargado de conducir el nuevo dirigible de la empresa familiar "Ingenium" y para ello necesitaba una vista perfecta, don con el cual no había nacido. Desde muy pequeño usaba anteojos, y aunque veía bastante bien con ellos, Tensei había insistido en que necesitaría algo mejor que acreditara aún más su seguridad durante su misión.

- La nueva optometrista de la ciudad es una chica guapa, además- le había dicho días atrás, cuando le habló de la hora y lugar donde debía presentarse y que de todas formas estaban escritas en una elegante tarjetita de color marrón que le guardó en el bolsillo de la camisa- No tengo para qué decirte que no llegues tarde, sé que no lo harás.

Faltaban cuarenta y cinco minutos, así que decidió prepararse un té de los que su compañera de trabajo Momo le había regalado para su cumpleaños hace unas semanas atrás. Disfrutó de las leves notas de clavos de olor y cacao que acompañaban el sabor y el aroma del té negro por varios minutos, repasando mentalmente la dirección a la que debía dirigirse.

Media hora faltaba. Se lavó los dientes, lavó también la taza del delicioso té y se puso su abrigo más el sombrero y salió de la casa, cuidando de dejar todo correctamente cerrado. Se guardó las llaves y con una sonrisa hacia el cielo nublado, se dirigió calle abajo donde la optometrista lo estaría esperando.

Mientras caminaba miraba con orgullo muchos medios de transporte que pertenecían a la empresa familiar, así como el sistema de calefacción y purificación del agua de la familia Todoroki que eran sus socios comerciales. La vida en la ciudad le encantaba. Admiraba cada pieza, cada tornillo y cada engranaje, todo como parte de un gran sistema del cual orgullosamente sería parte pronto. Supuso que por eso lo habían prometido a la joven científica Mei Hatsume, aunque a él no le agradaba del todo. Era demasiado impetuosa para su gusto.

Cinco minutos para la cita. Y él ya estaba afuera del lugar que en sus vitrinas dejaba ver un sinfín de lentes y lupas, incluso microscopios y telescopios. Se acomodó el abrigo y empujó la puerta para entrar, haciendo sonar una pequeña campana que con su tintineo anunció su llegada.

- Buenas tardes- lo saludó una voz femenina- Por favor, toma asiento. Estaré lista en un momento.

Iida se quitó el sombrero y se sentó al otro lado del escritorio donde una muchacha joven, mucho más de lo que él esperaba, se encontraba clasificando pequeños engranajes con unas pinzas metálicas. Luego de un minuto, por primera vez lo miró a los ojos y sonrió.

- Así que usted es el elegido para manejar el dirigible Ingenium ¿Verdad?

- ¡Así es! – asintió con entusiasmo- Pero por favor, no me trates de usted. Creo que tenemos la misma edad- adivinó Iida, ligeramente sonrojado.

- Maravilloso- sonrió ella- Imagino que estás muy emocionado, y claro, necesitarás nuevos lentes. ¿Cuándo fue la última vez que examinaron sus ojos?

- Hace un par de años o quizá tres- contestó haciendo memoria. Aquella respuesta no pareció gustarle a la joven, quien era partidaria de los exámenes anuales.

- Bueno, entonces examinaré tus ojos para ver si todo está en orden y probaremos algunos lentes ¿De acuerdo? Por favor relájate- le dijo con voz suave mientras tomaba una vela encendida y una lupa- Partiré viendo tus pupilas.

Una vez al año (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora