Interludio

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Cuando el reloj cucú dio las ocho de la mañana, Tenya Iida ya estaba despierto, sentado en su cama mirando por la ventana. En su velador, sobre el libro de Julio Verne que había estado leyendo durante la noche, estaba la boleta marrón con la que podría retirar sus gafas nuevas. La revisó nuevamente, como cada día, para asegurarse de que la fecha para retirarlas había llegado.

Luego de tomar una ducha caliente gracias al sofisticado sistema que la familia Todoroki tenía instalado en casi todo el país, se puso sus mejores ropas y bebió una taza de té normal. No quería arriesgarse a que su mente divagara nuevamente sobre los atributos de la joven optometrista, aunque Momo Yaoyorozu le había prometido que una cosa nada tenía que ver con la otra.

- ¡Claro que no es un afrodisiaco! – exclamó sonrojada su refinada a amiga mientras compartían una taza y galletas en la pastelería de Sato días atrás- Solo reconoce que la chica te agradó, aunque no me parece correcto tomando en cuenta tu compromiso- añadió con timidez, dando un pequeño sorbo a su taza de porcelana.

- Tengo muy claras mis responsabilidades como individuo y como parte de la familia Iida, querida Momo- había contestado serio, moviendo las manos de arriba hacia abajo, tratando de ocultar la vergüenza que le había dado haber supuesto aquellas propiedades de la infusión que su amiga le había regalado- Pero no puedo negar que no he podido sacarme la imagen de aquella joven de mi cabeza.

Poco antes de que el reloj diera las nueve, Tenya ya había salido de su mansión. Entre el ajetreo típico de la ciudad, el ruido de motores y engranajes, el vapor y el humo, sonrió al encontrar el puesto de flores de la devota Ibara Shiozaki que le daban algo de color al entorno metálico y gris.

- Buenos días- la saludó levantándose el sombrero- Quisiera un ramo de margaritas.

- Que el Señor esté con usted- contestó la chica, que para sorpresa de Iida era la única en toda la calle usando un vestido enteramente blanco- ¿Busca usted demostrar agradecimiento o acompañamiento en un momento difícil? – preguntó mirándolo con sus ojos verdes melancólicos.

- Agradecimiento- contestó Iida, que había considerado que aquellas flores elegantes y sencillas no incomodarían a Alicia si se las regalaba de forma amistosa- ¿Cuánto le debo?

- Todas estas flores se dan a cambio de un aporte voluntario que indica la pureza de los corazones de los ciudadanos- contestó con las manos entrelazadas, como si orara.

Iida la miró extrañado y le tendió un billete a cambio del ramo. Ibara Shiozaki comprendió que no necesitaba el cambio y lo guardó en un pequeño cofre.

- Que el Señor esté con usted- le dijo al despedirlo.

- Y con usted- contestó Iida, confundido.

Olvidándose por completo de lo sucedido, volvió a caminar en dirección al local de Alicia, practicando mentalmente cómo la saludaría. Al llegar, respiró profundo y el mismo tintineo de la campanita de la última vez le dio la bienvenida.

- ¿Señorita Alicia? – preguntó con alegría.

- ¿Iida-kun? – una voz dulce familiar, pero no la de Alicia, le contestó desde adentro - ¡Iida kun!

- ¿U...Uraraka kun? – preguntó, quitándose el sombrero con una mueca de confusión - ¿Necesitas lentes?

- No – rio nerviosamente rascándose el cuello- Estoy trabajando aquí. Necesitaba algo de dinero extra para ayudar a mis padres.

- Bravo Uraraka-kun- contestó- No sabía que podías fabricar lentes.

- No- volvió a reír Uraraka. Solo estoy entregando los que están listos mientras Alicia no está en la ciudad ¿Vienes a retirar un par? ¡Oh! ¿Y esas flores? ¿Son para Mai? ¡Qué detalle, Iida kun!

- ¿No está...? – fue todo lo que pudo decir.

- Por alguna razón las ventas se dispararon y necesitaba más materiales, por lo que ella misma fue a comprarlos a la ciudad contigua. Mientras tanto, me dejó a cargo ¡Y me pagó por adelantado!

Iida bajó la vista al suelo y también el ramo de flores comenzó a bajar a medida que sus brazos se relajaban por la decepción. Supuso que tendría que darle las flores a Mai, si es que la veía. No podía dárselas a Uraraka porque sospecharía que no eran para ella y tampoco para su prometida y no quería que su amiga pensara mal de él. Sin nada más que hacer que resignarse, buscó la boleta en su abrigo y se la pasó a Uraraka, que comenzó a comparar los datos con los de las cajitas de pedidos que Alicia había dejado empaquetadas.

- ¡Son estos! – dijo la chica levantando una caja envuelta no en papel marrón, sino que en azul- Qué lindo detalle- sonrió Uraraka- Aquí dice que están pagados.

- Ah sí, Tensei lo pagó todo como regalo- contestó Iida, desanimado. No habría imaginado nunca que tener un par de gafas nuevas no lo emocionaría como de costumbre.

- YIOOOOOOOOOOO- alguien gritó desde la puerta- ¡Buenos días! ¡He venido por mis lentes!

- Profesor Hizashi, buenos días- saludó Uraraka al hombre de largo cabello rubio que acababa de entrar con una sonrisa amplia que ocupaba casi toda su cara.

- Buenos días- repitió Iida- Es hora de que me vaya- le dijo a su amiga- Muchas gracias y dale mis saludos a Midoriya si lo ves.

Uraraka se sonrojó y adoptó un color de piel incluso más encendido que su vestido rosa pastel. Iida sonrió y con una inclinación de sombrero, se despidió del recién llegado y abandonó el pequeño local con una mirada triste. Esperó que los lentes tuvieran algún detalle que ameritara volver a ver a Alice, pero al llegar a su casa y probárselos ante el espejo, se dio cuenta de que no haría falta. Eran simplemente perfectos.

Después de quitárselos, acomodó las margaritas en un jarrón. Supuestamente vería a Mai el mismo día de su misión y las flores no aguantarían hasta entonces, así que al menos adornarían el comedor mientras vivieran.

Se acomodó en su sofá para continuar leyendo y de alguna forma pensar en otra cosa y así pasó varias horas hasta que fue llamado a almorzar.

Su actitud no cambió mucho durante la tarde. 






El fanart no tiene nada que ver, pero me gustó mucho XD Gracias por leer, mañana quizá suba la última parte uwu

Una vez al año (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora