Prólogo

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Estoy sola, hace frío. Este lugar me da miedo, mi papá me dijo que el señor se encargará de mi ahora, pero no parece bueno, al contrario, provoca una sensación en mi cuerpo que hace que se me pongan los pelos de punta.

Mamá siempre me dice que cuando eso pasa, nada bueno puede suceder, estoy lejos de mi casa, incluso tomamos un avión, yo soy de Escocia, y ahora no se donde estoy.

La cuidad es inmensa, llena de luces neón música, y humo. Olores muy desagradables y personas borrachas por todas las calles.

Llegamos a un lugar, uno grande, lleno de mesas y un gran escenario, nos bajan a todas, somos al rededor de 15 chicas de entre 14 a 18 años.

Algunas estan llorando y las mas grandes las consuelan. Otras como yo, no sabemos que hacemos aquí, tenemos la misma cara de confusión.  Hasta que un chico de mas o menos unos años mayor que yo, se nos acerca. Y nos examina con la mirada de una rara. Él y el señor grande se marchan conversando lo único que escuché es que el niño le decía que eramos bonitas.

Unas señoras mayores nos llevaron a habitaciones, cada chica tiene la suya propia. La mia es muy bonita, de color rosa pastel, con una cama personal, un closet y una gran cómoda con maquillaje, perfumes y cremas. Además de una puerta adicional, que debe ser el baño.

Tiene también un estante blanco vacío.

--Hola- dice la mujer que me trajo

--Hola- digo nerviosa

--Tranquila niña, no te haré nada, ¿cómo te llamas?

--Lena, Lena Miller

--Bien Lena, toma-- me entraga una bolsa-- vístete con esto, y en treinta minutos bajas. Por cierto me llamo Paula, seré tu madrina

Yo asentí y la señora salió, o bueno,  Paula.

Miré dentro de la bolsa y había un bonito vestido, con unos zapatos de tacón bajo y un celular.  Me cambié de ropa y salí al lugar que nos habían indicado. 

--Hola, disculpen la demora-- dije.

--Tranquila, llegas a tiempo- dice una mujer rubia-- bien chicas me llamo Dalia, soy la asistente del señor Andrew, el dueño del local-- termina y un señor, que imagino sea el tal Andrew llega a nosotros y habla

--Bienvenidas al salón de compañía: Las Vegas--Que poco original, pense-- bien, todas y cada una de ustedes fueron compradas, por una cantidad bastante elevada, y ahora están aquí para trabajar. Les explico: como las mayores pensarán esto no es un prostíbulo, es un lugar de compañía, aquí los hombren vendrán por su compañía, no por sexo, eso dependerá única y exclusivamente de ustedes. Bien, todas tendrán una tarjeta de crédito que será verificada por mi, al igual que el celular que se les ha entregado. Todas tendrán un guardaespaldas personal, podrán salir de aquí, ir de compras etcétera, pero todos y cada uno de ellos aparte de cuidarlas, las vigilaran, recuerden que trabajan para mi, y son mias.

Estoy procesando todas las palabras mencionadas anteriormente por este señor. Y sigo sin entender como me compró.  Al hace una seña para que nos retiremos y todas se van menos yo.

--Señor- lo llamé

--Si...

--Lena-- dije al entender que quería saber mi nombre- quisiera saber a quien me compró.

--A tu padre-- dijo y mis ojos por poco se salen de sus cuencan-- te vendió por mas o menos medio millón de dólares.

Ahora si siento que me va a dar un infarto.

--¿Qué?-- fue lo único que pregunté

--Paula, llévatela a su habitación.

La señora me tomó de la mano y me llevó allí. A penas entré en mi habitación comencé a llorar, no es posible que mi padre, me vendiera, no lo comprendo. Pero es la realidad, es la verdad, una dura verdad.

--¿Cuántos años tienes Lea?-- me pregunta

--Tengo 14 años, el 13 de agosto cumpliré los 15

--Para eso faltan 10 días-- dijo ella riendo-- yo soy cubana y allá cuando las niñas cumplen sus 15 años, se les hace una fiesta preciosa, con vestidos de princesas, y fotos.

--Se escucha muy bonito- suspiré

--Lo es, ahora pequeña, vamos para que te bañes, y te acuestes a dormir, tienes escuela mañana.

--¿Escuela?-- pregunté

--Si, aquí termianras el instituto y después te quedarás trabajando aquí, hasta que cumplas 30, que a esa edad pasarás a ser nana, como yo-- dijo y me mostró una calida sonrisa, ella es de pelo negro como yo, pero a diferencia de mis ojos color miel, los de ella con cafés oscuros.

--Tengo miedo-- admití

--Tranquila querida, yo estoy aquí y no debes tener miedo. Te ayudaré en todo, y aprenderás, no por gusto fui la mejor en mi tiempo-- dijo

--Pero los hombres me van a tocar- dije y mi voz se cortó

--Solo si tu quieres querida. No te preocupes.  Te prometo que yo estaré aquí para todo.

--Gracias-- dije y la abracé. Y también creo que me quedé dormida.

••♧••

Cuando desperté mi madrina me tenía la ropa elegida y una bandeja con el desayuno, ellas son como nuestras maestras y únicas amigas, ya que no podemos hablar entre nosotras, o al menos no por ahora.

--Te queda genial-- me halagó ella-- para tener solo 14 años, eres muy guapa. Seguro serás la sensación del lugar.

--Gracias, creo-- la verdad no sé si sientirme halagada o que me de mas miedo.

Pasamos todo el día así, ella me enseñaba como tenía que actuar hablar y posar. Al aprecer ser una reina como ella lo llama lleva trabajo y preparación, a las seis de la tarde llegó la hora de las clases de matemáticas, historia entre otras.

Al rededor de las 8:00 el baño, hasta las 8:30 y la cena de esa hora a las 9:00, luego a dormir, y cuando abran se nos dará un nuevo horario. Estoy aterrada.

••♧••

Así pasan las semanas, y mi cumpleaños, todos me felicitan y Paula me regala un pastel.

Ya nos dejan hablarnos entre nosotras, somos 16 en total, pues tenemos una niña pequeña de 8 años, que fue encontrada en la calle según el señor Brown, quien también dijo adoptar a la pequeña, y ella no trabajará como nosotras.

Cuando llega el mes de septiembre, las puertas del local se preparan para ser abiertas. Y nosotras para hacer una presentación como las nuevas reinas de Las Vegas.

Holasa

Prólogo aburriiiido.

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