Caprichos del tiempo

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-Crash -escuché mi corazón partirse y desintegrarse en pedazos dentro de mi pecho.

Mis ojos no podían creer lo que veían, mis manos inertes dejaron caer el ramo de crisantemos rojos y mis labios iniciaron un tic forzando una sonrisa vacía empapada en lágrimas de desesperanza.

Esta sería nuestra primera cita, después de tantos años de demostrarte mis románticas intenciones y por fin aceptabas mis avances.

«¿Para qué? ¿Para burlarte de mí?»

Mi mente se perdía mirándote en la distancia besar aquel desconocido.

Solo podía dejar pasar cientos de teorías por mi mente...

«¿Acaso llegué demasiado tarde? ¿Acaso solo querías hacerme sufrir?»

Las interrogantes carcomían mi corazón y nublaban mi mente, al mismo tiempo que ideas descabelladas comenzaban a surgir.

«Si tan solo pudiera tomar una máquina del tiempo, la usaría para retroceder el tiempo suficiente, para decirte cuanto te amo antes de que esto pase y ahora estuviéramos juntos como nos merecemos sin ningún obstáculo o impedimento. Pero como no existe... ¡voy a inventarla por ti!»

Decidí, viendo cómo te alejabas presurosa tomada del brazo de aquel desconocido sin siquiera notarme.

-¡Esto no será así! -proclamé convenciéndome a mí mismo.

Resuelto, aún con el rostro desencajado pero con la determinación brillando bajo mis lágrimas, corrí hacia mi laboratorio.

Sin perder tiempo en nada que no fuese lo perteneciente a la investigación de viajes temporales avancé sin pausas y a un ritmo irreal para ser un campo sin muchos avances.

A mis oídos llegó la noticia que te habías mudado a una apartada casa cerca de un lago y que a pesar de seguir con aquel hombre nadie le conocía.

Sabía que probablemente eras feliz pero...

«¡No puedo permitirlo! ¡Yo te haré mucho más feliz!» Enfaticé mi resolución.

Continué trabajando y avanzando a pasos agigantados.

Ni siquiera usaba las ganancias de mi arduo trabajo.

Como a la velocidad de la luz pasaron tres años en los que logré concluir mi necesitada máquina del tiempo.

Sin el conocimiento de nadie exterior, preparado para desaparecer de esta línea temporal y quedarme a tu lado para siempre activé mi magistral, histórica e irrepetible creación lanzándome a un pasado a tu lado.

Todo a mí alrededor daba vueltas envolviéndome en luminiscencias esporádicas que ofuscaban mi visión.

Luego de rodar durante una eternidad por los límites del tiempo mi visión del mundo, de la vida, de mis alrededores, de la realidad, mi visión de todo dio un giro radical... excepto la perpetuidad de mi amor por ella.

«Pronto te alcanzaré mi querida Estela» me recordaba a cada instante, con cada movimiento de mis partículas, su nombre era lo único que me mantenía completo.

En un flash indoloro mi cuerpo regresó al plano material.

A pesar de los cientos de estímulos que recibía a borbotones no podía detenerme a procesarlos.

«Estela»

Mi mente no paraba de clamar por ella, debía ubicarme y apresurarme a sus brazos.

Corrí tambaleándome reconociendo el lugar en el que me encontraba, el mismo fatídico rincón.

Esperando que este fuese el momento correcto me precipité hacia el lugar en el que habíamos concertado la cita, nunca olvidaría el lugar donde mi corazón se fracturó.

-Estela -murmuré al verla sentada en un banco mirando hacia las nubes con el mismo vestido celeste de aquella última vez-. Estela -llamé avanzando hacia ella.

Al escucharme se levantó lentamente y caminó hacia mí.

-Hola Gerónimo -saludó Estela sonriente.

-Hola -susurré sonrojado-, tenía muchas ganas de verte, no estaba seguro si podría verte de nuevo.

-De qué hablas tonto, si quedamos para vernos hoy -expresó ella mirándome a los ojos.

-E.Estela y.yo -tartamudee-, yo llevo años enamorado de ti. ¡Cásate conmigo! -solté mis sentimientos acumulados e hice la pregunta que tanto necesitaba hacer.

-Ge.Gerónimo -murmuró confundida-, así, de repente, no sé qué decirte -agregó mirándome con la cara completamente roja.

Sin esperar otra respuesta reuní todo mi valor y me lance a sus labios fundiéndonos en un beso, ese beso que tanto necesitaba, ese beso que le había dado a aquel hombre y me había roto el corazón.

Pero en ese momento de pura dicha lo volví a sentir.

Mi corazón, después de tanto tiempo, volvió a latir y al abrir mis ojos vi la razón...

En la distancia un joven yo dejaba caer un ramo de crisantemos rojos ante la escena y comprendí los enrevesados caprichos del tiempo...

-Estela, te amo -le susurré al oído y la volví a besar rápidamente-. Ven conmigo -dije con suprema alegría plasmada en mi sonrisa, tomándola de la mano y haciéndola correr a mi lado hacia la distancia.

«Supongo que tres años de vacaciones pagadas en el lago no estarán nada mal»

(772 palabras)

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