LAS 50 SOMBRAS DEL KAKUHIDAN

SESION DE FOTOS

3

Deidara se levanta del sofá con una sonrisa en sus labios.
-Pero ¿Qué hacia en el bar?
-Tambien es, un tipo de restaurant. Creo, bueno ese no es el punto, solo pasaba por aquí.
Deidara cruzo sus piernas. Con una mirada que me hacia ver idiota.
-Cientos de lugares a los cuales desayunar, más finos. Sin ofender- ya me hacia ver como alguien sin clase.
-Y vaya, va justo donde estás tú
-Mira. Tal vez vino por un asunto, y solo fue al primer lugar que vio- me encogi de hombros. Tomando asiento a su lado.

-Bueno, ahora el problema es. Quien hara las fotos y dónde
-podriamos preguntare a él donde quiere. Ha dicho que permanecera por la zona
-Acaso, puedes contactarlo
-Si. Él me dio su número
Me tomo de los hombros, con una mueca de sorpresa.
-¿Él soltero más rico, más escurridizo y más enigmático de todo el estado de Washington te ha dado su número de móvil?
-Eh... Si
Me sacudio un poco, lo suficiente para hacerme entender. Que esta loco.
-!Hidan¡, le gustas. No tengo pruebas pero tampoco dudas- afirma categóricamente.

Negué rotundamente ese hecho. Pero algo en mi me decia que eso no es verdad, tal vez. Y una vocecita me susurra: Deidara tiene razón. Se me eriza el vello solo pensandolo. Pero vamos, como podria agradarle un joven asi como yo. Destierro esa estupida idea de mi cabeza. Y me concentro en la sesión de fotos.
-No se cómo podremos hacer la sesión. Levi, nuestro fotógrafo habitual, no puede. Ha ido a Idaho Falls a pasar el fin de semana con su familia.
Al parecer el rubio no sabia que hacer, cada que se complica. Lo con lleva a caminar de lado a lado, pensando una solución
-Mmm... ¿Y Sasori?
-Genial, pideselo tú, haria cualquier cosa por ti. Luego llamas a Adams y le preguntas donde quiere hacer la sesión.
Deidara es insufriblemente desdeñoso con Sasori.

-Creo que deberias llamarlo tú.
-¿A Sasori?- me dice en forma de burla
-No idiota, a Adams.
-Hidan, eres tu él que tiene un trato con él.
-¿Trato? De que demonios hablas, apenas lo conozco- exclamo el tono varias octavas-.
-Al menos has hablado con él- dice implacable -. Y parece que quiere conocerte, Hidan. Llamalo y punto.
Me entrega el móvil en mis manos, siento un nudo en el estómago, pero decidí hacer caso, antes que se impaciente.
Saco la tarjeta de Adams de mi bolsillo. Marco el número y espero.

Contesta al segundo tono con voz tranquila y fría -Adams.
-¿Señor Adams? Soy Hidan Clarck.
Nose ni de donde saque tanta seriedad, Adams se queda un segundo en silencio.
-Joven Clarck. Un placer tener noticias suyas.
Le ha cambiado la voz. Creo que se ha sorprendido, y suena muy cálido. Incluso seductor. Se me corta la respiración por un segundo. De pronto me doy cuenta de que Deidara Kamiruzu me observa con una ceja levantada. Lo miro mal y decido ignorar su sola presencia.
-Bueno, nos gustaria hacer la sesión  fotográfica para el artículo. Mañana si no tiene problema. ¿Dónde le iria bien?
Casi puedo oir su sonrisa de esfinge al otro lado del teléfono.
-Me alojo en el hotel Heathman de Portland. ¿Le parece bien a las nueve y media de la mañana?
-Me parece bien, nos vemos allí.
Respiro hondo y me enderezo en mi asiento
-Lo estoy deseando, joven Clarck.
Veo el destello malévolo en sus ojos verdes. ¿Cómo consigue que tan solo cinco palabras encierren una promesa tan tentadora? Cuelgo.

Dejo el móvil a la mesita que tenia a un lado, y me dejo caer en el sofá. Con la cara roja. Y repirando rápidamente. Joder, ¿A dónde se habia ido toda mi valentia? Escuche la risa del rubio, olvide que este aun seguia aquí, presenciado lo ridículo que me veia.

-Hidan, te gusta eh..., nunca te había visto de esta forma ante alguien
-Deidara, no seas idiota. Sabes que me pongo rojo hasta por el agua, lo hago por deporte. No seas ridículo- le contesto enfadado.
Deidara sigue con su sonrisa picara, al parecer no tiene mejor cosa que hacer.
-Me intimida, es todo
-En el Heathman, nada menos- murmura Deidara- . Voy a llamar al gerente para negociar con él un lugar para la sesión.
-Si, piensa en todo. Yo me hare de comer, luego tengo que estudiar- abro un armario viendo que cocinar, tal vez improvise.