Capítulo I

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No es lo que te ocurre, sino cómo reaccionas lo que importa.

- Epíteto

Iannua

¿Alguna vez te haz preguntado que un nuevo comienzo solo puede ser la continuación de algo sin terminar?

— Iann vas a llegar tarde a tú primer día de escuela, si no te apuras en bajar para desayunar —

Sí, esa era mi mamá siempre solía tener el control de todo, y la verdad es que odiaba la impuntualidad tanto que yo también era un poco estricta en ese sentido, pero no tanto como ella.

— Ahora bajó solo terminó de arreglar mi cabello — grite.

Mi cabello era un caso perdido como yo, ser de cabello rizado no era nada bonito, no se como dicen que soy dichosa al tener ese tipo de cabello, al menos después de plancharlo y hacerme un coleta alta no se veía tan desordenado como solía lucir suelto. Me tardaba largas horas desenredando lo así que por cosas como esas, decidía tener mi cabello abajo del hombro no más corto no más largo.
Cuando era pequeña solía tenerlo un poco más largo, porque mi mamá lo trenzaba, así que en realidad yo no sufría en peinarme y luchar con mi cabello, si no ella. Pero con los pasos de los años decidí yo como peinarme y enfrentarme sola a ello.

Estaba sentada mirándome en el espejo que se encontraba al frente de mi cama, me gusta observar cada punto de mi rostro, era algo perfeccionista conmigo misma, tenía algunas pecas alrededor de mi nariz y barritos que me habían salido después de devorar una barra de chocolate, ¡Pero dios, estaba deliciosa!.

Sabía que no era bonita como esas chicas modelos o actrices, pero sin duda se que tenía lo mío, mamá solía decir que lo más bonito era mi sonrisa y la verdad es que tenía razón, al sonreír se me formaban dos pequeños huequitos a los lados y eso me hacía ver tierna y coqueta sin duda alguna.

No soy perfecta pero se que eso no importa tengo un alma limpia, soy jodidamente auténtica a mi manera, y se que no debo impresionar a nadie más que a mí misma, después de todo solo soy yo.
Años atrás no diría eso, me cuestionaba por todo, mi color de piel, mis ojos, mi peso, absolutamente de todo hasta que aprendí a quererme, la terapia me ayudó mucho y aprendí que ser como soy me hace ser especial, porque eso somos cada uno, somos hermosos a nuestra manera, aunque haya personas a nuestro alrededor que quieren seguir un estereotipo falso que la misma sociedad a creado.
En cuanto a mi estatura me sigo quejando, hubiera querido crecer un poco más pero solo esa suerte la tuvo Jaden quien era tan alto como mi padre, la verdad es que ellos eran como dos gotas de agua físicamente pero tan diferentes en su forma de ser.

De pronto mi celular vibra. Tengo una idea de quién se trata así que voy por él y lo encuentro en el buro que se encuentra del lado derecho de mi cama.

Mejor amiga: Hola norteña

Yo: Hola, ya te he dicho que no me gusta que me digas así, ¿Algún día lo superarás?

Podía saber que Itzy nunca lo superaría y que le gustaba fastidiarme con ese asunto, pero a pasado tanto de eso...

Mejor amiga: Creo que nunca, a parte es un buen apodo para ti después de todo. Dime, ¿Quién en su sano juicio se enamora de su primo? Jajaja.

Yo: Ashhhhhhhhh, podemos dejar ese tema por olvidado. Jamás debí de haberte contado.

Mejor amiga: Vamos sabes que es broma, pero bueno. Espero que tengas un lindo día y lleno de chicos guapos en tú vida.

Yo: ¡Por dios!, no puedes dejar de pensar en los chicos Itzy.

Mejor amiga: La verdad no.

Yo: Hablamos más tarde, besos.

LA CHICA DE LA SONRISA ETERNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora