19

2.4K 349 83
                                    

Hyunjin despertó con un severo dolor de cabeza, él ni siquiera se esforzó en salir de la cama o abrir las cortinas, tampoco apagó su alarma resonando por la habitación ¿para qué hacerlo si casi ni la escuchaba? Su rostro pálido quizás luciera mal, quizás tuviera ojeras casi moradas debajo de sus ojos. Quizás.

Miserable o no, el tiempo para pensarlo era limitado así que se puso de pie y buscó su ropa entre el montón fuera de su cajón, sin ánimos de hacerlo. Caminó casi como un muerto viviente por todo el pasillo de su pequeño departamento gris, no encendió las luces ni dejó que la luz entrara por la ventana, él solo salió en cuanto estuvo listo y observó el cielo nublado.

Hacia frio.

Cuando se dio cuenta ya era tarde; había olvidado su celular en casa. Suspiró con fastidio y no le quedó de otra más que dejarlo pasar, llegar tarde sonaba tentador, pero no tenía ningún interés en dar la vuelta. También recordó su estómago vacío y golpeó su cabeza con el dorso de la mano ¿Cómo es que seguía vivo? Tuvo que revisarse a sí mismo dos veces para descubrir si algo más fue olvidado.

Los pasillos de la escuela estaban repletos, pero nadie habló con Hyunjin, quizás porque notaron que eran uno de esos días, uno de esos días en los que no podía mantener su pequeña mentira, donde todos decían que era un mal momento. Así que fue tranquilo entre las personas. Incluso se detuvo frente a la sala de maestros, asomándose con la esperanza de que todos estuvieran de luto y deprimidos, llorando por la muerte de su querida maestra.

Demasiado cruel. Se repitió a si mismo cuando la vio sentada con sus compañeros de trabajo: riendo y divirtiéndose como si ella fuera buena. El profesor Choi estaba ahí, sonriendo de vez en vez y quedándose lejos, dentro de sus asuntos, aunque él no parecía el típico señor gruñón de siempre.

-¿Ocurre algo malo?- Le preguntó una voz que no conocía. Hyunjin negó y se dio la vuelta, siguiendo su camino.

Pero ocurría algo malo.

Llegó hasta la biblioteca, la chica que servía en recepción se había quedado con la frente pegada a un libro, así que solo la ignoró y caminó entre los grandes estantes, escuchando sus propios pasos hacer eco. Una silueta conocida ya estaba sentada frente a una mesa, con el gran diccionario frente a él.

Se detuvo a unos cuantos metros antes de llegar, y apretó los dientes conteniendo el creciente enojo. Esa figura volteó a mirarlo, mostrándole la preciosa sonrisa de siempre.

-Tú no eres mi luz de esperanza.- Dijo con repulsión, siendo casi sarcástico. -Yo solo quiero cogerte.

Los preciosos ojos castaños parecieron brillar.

-Yo no sé qué es lo que quiero de ti. Y tengo miedo de descubrirlo.

Intimo ✧ HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora