I

18 2 0
                                    

Justamente en el instante que el sol se posaba en el ecuador del cielo se lograba percibir sin esfuerzo alguno el caluroso ambiente que creaba, a pesar de que estuviésemos escondidos entre una serie de hojas que eran como escudo ante la espada del fuego. Aun así, era inevitable que el sol se filtrase entre algunos vacíos de las hojas.


...: ¿Qué tienes en el ojo? Déjame limpiarte lo.

...: Al parecer alguien no durmió bien, se lo diré a tus padres cuando lleguemos.

Aquel joven posado en el piso que había despertado por el brillo del sol se encuentra a una bella chica al abrir sus parpados, las hermosas pecas que destacaban en sus mejillas y los ojos cuidadosamente trazados por el más fino pincel hacían que cualquier persona que estuviese a su lado se sintiera afortunado, el sutil color de esmeralda que rodeaba su iris era un gran añadido a los bellos hilos dorados que tenía su cabello y su piel clara como el azúcar la hacía ver tan delicada como una menina. La chica sin temor alguno se acercaba más al rostro del chico mientras que con su dulce voz le decía.

-...: ¿Te pasa algo Hatsu?

El chico que apenas lograba aclarar su mirada le contesto.

-Hatsu: ¿Hat? ¿qué es Hatsu?

La pequeña niña se le quedo observando, uniendo sus ojos con sus cejas, para llevar a cabo una mirada típica de una persona confundida.

-...: ¿Qué-te-pasa? ¿Acaso tienes fiebre?

-Hatsu: No sé qué es un Hatsu.

-...: ¿Acaso estamos teniendo la misma conversación?

-Hatsu: ¿Quién eres?

-...: ¡Al menos responde mi pregunta primero! Además ¿Cómo que quién soy?

En ese instante la chica aparto la mirada a la vez que inflaba sus mejillas. De mientras Hatsu decidió observar todo aquello que estaba a su alrededor, se sentó apoyando la espalda en el tronco de un árbol y se percató de que adelante de él había un hacha que estaba clavada sobre un corte nada superficial. A pesar de la peculiar escena, Hatsu le volvió a dar más atención a la chica con la que estaba acompañada.

-...: ¿Sabes? Me voy a buscar las manzanas.

La señorita no tardo en levantarse del césped y limpiar delicadamente la falda que le llegaba casi hasta sus talones. Hatsu preocupado por quedarse solo en un lugar que desconocía decide levantarse y limpiar se sin tanta suavidad como su compañera para así seguir los pasos de la chica.

-Hatsu: Eh, ¿Te puedo acompañar?

Menciona el chico al observar como la señorita decido darle la espalda e irse.

-...: Si eso quieres puedes hacerlo, al fin y al cabo, me prometiste acompañarme.

-Hatsu: ... ¿Te lo prometí?

Una vez escuchada esas palabras la cabeza de la niña, se gira en un ángulo de 90 grados hacia el joven clavando le el ojo encima. Sin razón aparente la chica decide saltar encima del chico como cualquier cazador a su presa mientras su dedo índice se apoyaba en la frente de él.

-...: ¿QUIÉN ERES? Hatsu jamás diría eso, porque él ya lo sabía.

-Hatsu: ¿Cómo pudiste hacer ese salto?

-Al parecer yo soy Hatsu- piensa Hatsu

-...: Debes llevar madera a tu casa, se supone que debías empezar hace unas horas, pero claro ¡Te quedaste dormido!

Le gritaba mientras jalaba de manera poco compasiva la bufanda que tenía en el cuello Hatsu, mientras que su otro brazo señalaba en dirección del hacha.

En busca de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora