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Si Samantha creía que se enfrentaría a esto sola, está muy equivocada

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Si Samantha creía que se enfrentaría a esto sola, está muy equivocada.

Sé que ella es muy, ¿cómo decirlo sin sonar machista? ¿Ingrato? ¿Arrogante?

Muy liberal, y eso es algo que respeto en ella. Además, es una de las cualidades que me encantan y a la vez odio.

Sabía que llegaría al aeropuerto alrededor de las seis de la tarde y aterrizaría en Francia alrededor de las cinco de la madrugada.

Lo sé, la tengo muy controlada, pero tengo mis razones. Lo que sucedió con Serena me asustó, y además, Cira estaba muy alterada cuando se enteró de los hechos.

Quedé con Dean para que se hiciera cargo de las dos manadas durante tres días. Sé que eso será un reto para él, pero confío ciegamente en ese hombre.

—Signor D'Amico, l'aereo privato è pronto per decollare.
(Señor D'Amico, el avión privado está listo para despegar.)

—Grazie Marcelo, puoi andare in pensione, divertiti con i tuoi nipoti.
(Gracias Marcelo, puedes retirarte, disfruta de tus nietos.)

El hombre canoso se retira, dejándome sentado en uno de los asientos de cuero color marrón que ofrece el jet.

¡Ay, mi Samantha! ¿Qué estás haciendo conmigo?

Solo de pensar que corre algún peligro, me vuelve loco.

No sé ni cuándo ni cómo me quedé dormido por tanto tiempo.

—Signor D'Amico, siamo già in Francia.
(Señor D'Amico, ya hemos llegado a Francia.)

—Bene.
(Bien.)

Salgo del jet sin decir una palabra, listo para poner pie en suelo francés, o mejor dicho, en suelo parisino.

Reviso los datos del hotel donde Sam se quedaría.

—Bonjour Monsieur D'Amico.
(Buenos días, señor D'Amico.)

—Bonjour.

—¿Dónde desea ir? — Pregunta un joven de unos veintitrés años. Si algo se me da bien es estimar la edad de las personas, algo que resulta útil para conocer los gustos de la gente en los negocios.

—Lléveme a este hotel. — Le muestro el nombre del hotel y él se ubica rápidamente.

—Llegaremos en doce minutos.

...

Llegó el final del trayecto y durante ese corto tiempo, tuve la oportunidad de descubrir el nombre del joven que sería mi chófer durante mi estadía en Francia. El muchacho de cabello castaño se llama Domi.

—Señor D'Amico, cualquier cosa que necesite, llámeme. Estaré a su entera disposición las veinticuatro horas. — Dice, esforzándose en hablar de manera que yo pueda entenderlo.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora