3. Castigo

956 50 81
                                    


—¿Estás seguro que quieres ir con nosotros? —le preguntó Daniela a Sebastian sobre el paseo a Hornitos con su grupo de la infancia, que incluía a Felipe—, ¿aunque sepas que va a estar el Rube con el Pipe?

Daniela había cambiado su postura respecto a la situación de Sebastian con Rubén. Si bien en un principio le había recomendado a Sebastian que luchara por Rubén, ahora era más cautelosa y pensaba que era tiempo de asumir que la relación con Felipe ya iba en serio.

—Si, Dani —insistió Sebastian—. Y no creas que voy a intentar hacer algo para que el Rubén esté conmigo. Respeto su relación. Solo quiero disfrutar mis últimas semanas y pasar el mayor tiempo posible con mi mejor amigo.

—Bueno, si tu lo dices —aceptó Daniela—. Yo soy feliz si tú eres feliz.

Sebastian había estado muy mal anímicamente las últimas semanas. Al ver a Rubén desarrollando una relación de pareja con Felipe, viviendo su propia sexualidad con libertad, mientras él tenía que seguir reprimiéndose y con la expectativa de tener que irse a hacer el servicio militar, lo hacía sentir como si nunca lograría ser realmente feliz.

Este sentimiento se lo dijo a Rubén en un momento de debilidad emocional, después de haberse esforzado tanto por convencerlo de que realmente era hetero, y que incluso estaba en "algo" con Daniela (algo que a ella no le agradó mucho), para que su amigo no se preocupara si su amistad podía afectarle. En realidad lo afectaba, pero no quería alejarse de él.

Aunque trataba de expresar todos sus sentimientos en el diario, sentía que no estaba sirviendo de mucho. En un principio pensó que le serviría para canalizar sus emociones de una forma positiva, pero hasta el momento sentía que solo lo hacían mantener sus frustraciones más frescas en su mente. A pesar de eso, continuaba escribiendo igualmente, porque sentía que debía terminarlo, por Rubén.

Al final igual fue a Hornitos a pasar el tiempo con Daniela y sus amigos, y así aprovecharía de ver a Rubén.

—No te voy a andar dando besos, para que sepas —le aclaró Daniela—. A mi me da lo mismo, porque de verdad me gustan tus besos y todo lo demás que hemos hecho antes —Sebastian sonrió, encantado por el cumplido—, pero creo que no te haría bien. Solo te estaría ayudando a engañarte a ti mismo.

Sebastian se sintió regañado, pero sabía que Daniela tenía razón.

En un principio Sebastian aceptó ir pensando que podría disfrutar de forma positiva el viaje, pero no hizo más que empeorar su estado emocional a cada minuto. Al enterarse que Rubén ya estaba pololeando oficialmente con Felipe, terminó gritándole a su mejor amigo lo que de verdad sentía por él, (aunque Rubén después no recordaba nada); luego terminó enojándose con Rubén por su pasividad respecto al comportamiento de Felipe, que había invitado a su ex Alan y se había visto muy cómodo a su lado.

Después de eso, mientras estaban en la playa durante la noche alrededor de una fogata, Sebastian se alejó hacia los roqueríos para orinar, y se cruzó con Alan, que venía de regreso.

—Oye, eres Seba, ¿cierto? —le preguntó Alan, algo nervioso.

Sebastian asintió simplemente. No tenía ganas de conversar con nadie, ya que seguía frustrado por toda la situación con Rubén.

—Oye, te quería preguntar algo —Alan se notaba nervioso, pero tenía una sonrisa muy agradable. Sebastian nuevamente asintió—, ¿tú tienes algo con Rubén o...?

A Sebastian le entró un terror tan inmediato con la pregunta que ni siquiera lo dejó terminar, y lo disfrazó con rabia.

—¿Por qué me preguntas por él? —le gritó Sebastian—, ¿acaso no te basta con venir a huevear con el Felipe que también te lo quieres pololear a él?

Clases de Seducción IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora