titty therapy [finalizada]

02

Cuando Lan Zhan despertó, sintió como si su cabeza estuviera rompiéndose por la mitad, ugh, alguien tocaba su timbre, pero no quería atender, se sentía tan cómoda sobre aquel cuerpo caliente y cómodo...

Espera, ¿qué?

Abrió los ojos y los cerró de inmediato por el dolor que azotó a su cabeza ante la luz brillante, maldecía al bonito tragaluz en su departamento.

Maldecía al sol y a quién quiera que estuviera tocando su timbre.

—¿Despertaste, A-Zhan?

Gimió con dolor, reconociendo esa voz.

Wei Ying, la ex-tutora de escritura creativa de su hermano mayor.

Que era, mínimo, ocho años mayor que ella.

Y estaba en su cama.

Semidesnuda.

Y ella tenía la cara enterrada en sus pechos.

Y se sentía tan cómoda.

Y esa maldita persona seguía tocando su timbre.

Estaba taaaan cerca de romper las reglas ancestrales de su familia sobre no maldecir, y entonces sonó su teléfono.

—llamada de A-Huan, corazón, corazón —dijo el lector de voz de su teléfono.

Wei Ying comenzó a reír levemente y le entregó su teléfono, bien, era A-Huan, hablaría en su dialecto para que Wei Ying entendiera lo menos posible.

—¿Sí, dada?

—Ah, meimei, el tío vio tu publicación de Instagram.

—¿Shufu tiene Instagram? ¿Qué publicación?

—Meimei, sigues siendo una pésima borracha. Creo que está en tu puerta, es domingo, día del té. Además, también creo que quiere saber si aquella señorita es tu novia.

Los domingos eran los días del té con su tío, y lo empeoraba todo que haya visto la foto que posiblemente publicó borracha, y ya era bastante malo que lo haya hecho borracha, lo peor era que ese día del té su tío la vería con resaca.

Lan Zhan gimió, desolada, nunca había presentado a sus relaciones anteriores, y en ese momento ni siquiera podía recordar si es que Wei Ying y ella durmieron juntas, no era buen momento. Era pésimo. Horrible.

—Abriré, pero tenemos una conversación pendiente, ya sabes, sobre cómo el tío tiene mi Instagram, tal vez.

Se levantó a regañadientes apenas cortó la llamada, su timbre seguía sonando.

—¿qué pasó anoche?

—Bailamos, nos toqueteamos a media pista de baile, Huaisang te tomó una foto con tu cara enterrada en mis senos y me pediste que te follara. Me negué, estabas muy borracha, pero decidiste que dormir sobre mi era suficiente compensación.

Lan Zhan se tentó a actuar de manera infantil y patalear en la cama.

Ni siquiera folló con la chica sexy y su tío pediría explicaciones.

—Bien, quédate aquí, estoy más decentemente vestida y... Bueno, es mi tío.

Wei Ying asintió, sonriendo de manera descarada.

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Lan Zhan abrió la puerta, su tío tenía los brazos cruzados en su pecho.

—A-Zhan.

—Tío, por favor, pasa.

Rogó mentalmente para que no notara los tacones que no eran suyos, mientras caminaba a la cocina, eran las siete treinta, un domingo, demasiado temprano.

—A-Zhan, ¿tienes novia?

Lan Zhan negó.

—Aún nada serio, tío, pero estamos en ello.

Estaba prohibido mentir, pero una mentira piadosa no dañaba a nadie.

Preparó té oolong y ambos se sentaron en la mesa, su tío la miró con fijeza, como rara vez hacía. Debía de estar realmente preocupado por lo que sea que estuviera pasando en su vida amorosa.

—¿Todo bien, A-Zhan?

Escuchar el inglés algo malo de su tío la relajó un poco.

—Tío, cuando tenga una relación seria, A-Huan y usted serán los primeros en saberlo. Lo prometo.

Su tío suspiró.

—Lo sé, pero apenas y caigo en cuenta de que eres mayor, A-Zhan.

Bichen y Wangji, sus conejitas, saltaban tratando de llamar la atención de su tío, quien murmuró algo antes de cargarlas a ambas en su regazo.

—Confío en ti, A-Zhan, me alegro de que también tengas confianza para charlas este tipo de cosas conmigo.

Lan Zhan sintió su corazón apretarse un poco.

Desde que su madre se había suicidado y su padre decidió que no era un buen negocio cuidar de sus hijos, su única figuras paterna era su tío.

A su padre biológico no lo recordaba.

De su madre sólo conservaba una foto vieja y algo raída.

Contuvo un suspiro lleno de pesadez, por poco.

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—¿Quieres desayunar? —preguntó, entrando a la habitación, cruzando sus brazos en su pecho, el frío de la habitación endureció sus pezones y se sintió vagamente incómoda.

—Te ví sólo con bragas ayer, no te sientas tan mal por tener los pezones erectos, cariño.

Se río con brevedad, liderando el camino a la cocina.

El cómo pasaron de estar lavando los platos del desayuno a estar besándose en la encimera nadie lo sabe, ni siquiera ellas.