Ironía criminal

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“Ironía criminal”

La oscuridad de la noche y la lluvia parecían haberse puesto de acuerdo para formar la más impactante tormenta eléctrica de los últimos años haciendo de esta la noche ideal.
 Martin Pinzoni  había estado vigilando el terreno por semanas y sabía que nadie se encontraría en ella ni si quiera su misterioso dueño a quien solo conocía a distancia producto de su trabajo previo de vigilancia del cual estaba orgulloso, después de todo el no era un principiante y aquel barrio de la ciudad de córdoba ya había sido testigo de una serie de robos de su autoría que no hacían sino aumentar el ego del experimentado delincuente.
–Pobre viejo me imagino la sorpresa con la que se va a encontrar cuando vuelva y se dé cuenta que hasta las cortinas me lleve- decía en voz baja medio riéndose mientras se preparaba para el supuesto “robo de su carrera” si se podría decir que aquella era una profesión propiamente dicha. Su entrada fue casi artística aprovecho cada refusilo y retazo de oscuridad para enmascarar y enmudecer sus movimientos haciendo de su entrada al patio impecable.
Ya estando en el lugar indicado se tomo un momento para ver a su objetivo con más detalle, la vieja casa estilo colonial se mantenía imponente en esa esquina haciendo que más de uno de los vecinos se maravillara ante el excelente estado con el que el dueño la mantenía desde ya hacía más de 30 años. Lástima que el afán de mantener tan bella estructura en pie no se viera acompañado por el deseo de mejorar la seguridad de los alrededores pudiendo prevenir una situación similar a esta.

Una vez acabado este momento de admiración paso a la siguiente fase de su minucioso plan, entrar por una de las ventanas que casualmente se encontraba abierta tal vez producto del furioso clima que la ciudad había estado soportando desde hacía ya un tiempo. He aquí donde nuestro inmoral protagonista mostro su agilidad y fuerza pudiendo escalar las columnas del porche y los barandales de la terraza hasta alcanzar el punto de entrada.

 Una vez adentro se encontró en lo que parecía ser un viejo ático transformado en una especie de “museo” ya que en las paredes se encontraban varios recortes periodísticos que iluminados por la tenue luz de la tormenta daban a conocer macabros títulos como “aparece muerta la adolescente que se creía secuestrada” o “prestigioso doctor acusado de investigaciones clandestinas con células madre”. Este último particularmente le causo una sensación de ligera incomodidad, cualquier persona racional hubiera abandonado la peligrosa e ilegal tarea pero para nuestro ilustre criminal era solo una pared que no contenía ningún objeto de valor que luego el podría vender en algún mercado de poca monta, solo pensó que la persona mencionada en ese artículo seria pariente del dueño o un conocido así que continuo su recorrido hasta dar con una pequeña escalera que lo conduciría hasta el segundo piso no sin antes volverse para cerrar la ventana, no necesitaba alertar a nadie de su presencia en la casa y sabia bien que cualquier error podía ser su ruina, los había cometido antes pero nunca lo habían atrapado. Ya habiendo bajado se encontró con un largo pasillo repleto de numerosas puertas de roble que no hacían sino darle un toque más antiguo a la residencia, afuera la lluvia había amainado pero las luces distantes de los relámpagos seguían iluminando periódicamente como flashes fotográficos las ventanas de aquel pasillo proyectando lúgubres sombras que extrañamente parecían tener rasgos humanos. Por supuesto esto también fue ignorado por Pinzoni que parecía famélico tratando de abrir una y otra vez las innumerables puertas que para su mala suerte se encontraban bien cerradas con llave. –puta madre este se me adelantó- Exclamó por lo bajo, maldijo este gesto del dueño y voltio con el fin de volver por aquella ventana que le había permitido el acceso a la casa, pero nada lo podría haber preparado para lo que vio, mas allá de las ventanas en el patio bajo la lluvia dos filas de luces se dibujaban a la distancia que advertían el ingreso por el portón enrejado de un flamante mercedes plateado.

Martin sabía exactamente a quien pertenecía tal automóvil  y también sabía que era solo cuestión de tiempo para que su ocupante ingresara y subiera hasta donde él se ubicaba frustrándole toda posibilidad de escape, tenía entonces poco tiempo para elegir un buen escondite, quiso volver por donde vino pero se percató que la tormenta que anteriormente le habría ayudado a escabullirse en el inmueble ya se había disipado y esto sumado con el terrible estado del piso de madera en aquel extraño ático alertarían al anciano casi de inmediato de que no estaba solo. Realmente se encontraba en un gran problema.

Estaba a punto de darse por vencido cuando advirtió que en la pared opuesta a las grandes ventanas que daban al patio, una de las cortinas era diferente a las otras, era una característica casi imperceptible pero esto le llamo la atención y se dispuso a  ver que ocultaba. Casi no pudo ocultar su asombro cuando vio que detrás de la colgadura se encontraba una pequeña puerta del mismo color que las demás y para su suerte entreabierta, que seguramente dirigía a una posible salida de aquel pasillo. La atravesó con cuidado mientras acomodaba todo como estaba para no dejar pista alguna de su paradero.

Ya del otro lado se encontró en una pequeña habitación que parecía no tener ningún tipo de ventana pero si un peculiar baúl ubicado  en una esquina que por la falta de iluminación de ese minúsculo cuarto no podía ser notado con claridad. Procurando no hacer ningún ruido allí se quedo con el oído pegado a la pared escuchando cada sonido que su “anfitrión” hacia, sus pasos, sus risas producto de su novela televisiva y finalmente su trayecto hacia la habitación principal donde finalmente supuso que se había retirado para descansar. Ya habiendo esperado bastante se dispuso acabar con su misión fallida, pero su curiosidad fue mayor y antes de poner la mano en el picaporte se decidió a ver qué era lo que necesitaba de una cortina y una pequeña puerta para ser escondido del resto de la casa de manera tan secreta.

No creo poder describir con palabras la sorpresa de nuestro protagonista cuando al abrir el pequeño recipiente se encontró con varias fotos de su propia casa y nada más y nada menos que de el mismo observando su objetivo desde cierta distancia solo unos días antes. De inmediato comprendió porque en las reiteradas veces que él estuvo en el barrio preparándose para el golpe el dueño de la casa no se encontraba…  Asustado quiso salir corriendo de allí pero un dolor agudo en su brazo lo detuvo, se voltio para ver como con una perfecta precisión quirúrgica una aguja se encontraba insertada en su brazo y mas allá el mismísimo viejo sonriendo sabiendo que el plan que había orquestado se había ejecutado a la perfección. Todo esto mientras Martin sentía como la vida se le escapaba del cuerpo. A la mañana siguiente Luis Azcuénaga se levanto de muy buen humor, sus sirvientas mientras le preparaban su habitual desayuno comentaron ese detalle –debe tener una “nueva adquisición”-  exclamaban, así era la manera en la que el hombre les decía a sus sirvientas cuando había encontrado algo que lo mantenía encerrado en su estudio por horas, cuando esto ocurría pedía no ser molestado en lo absoluto argumentando que era algo de suma importancia y que no podía ser interrumpido.

No faltaba ocasión que aquellas mujeres se preguntaran por los secretos intereses de su patrón pero la paga en aquel empleo era buena por lo que solo se limitaban a asentir y seguir con sus tareas cotidianas. Ya habiendo desayunado el hombre subió al ático y abrió la ventana, sabiendo que esta noche vendría otra tormenta y con ella una futura “nueva adquisición”.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2015 ⏰

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