¿Cuando Va A Terminar?

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¿Cuándo terminará todo esto? Hay una isla mágica alrededor de nosotros. Las flores que vemos cada día forman parte de ella, la luz que traspasa nuestros jardines es algo que no podemos dejar de lado. Y toda la briza mañanera que nos hace cosquillas en nuestro rostro. Hay tantas cosas que vemos al despertar, cosas bonitas que a veces terminan siendo arruinadas por mero egoísmo.

Pero está bien. No sabemos cuando se va a terminar. Nadie de hecho, no deberíamos ni de cuestionarlo. Supongo que al final es naturaleza humana, aún pensándolo, siempre habrán flores marchitas y flores que crecen cada día. Los humanos son como flores también. Una metáfora simple, cada uno va y viene. No es tan complicado de entender, nunca lo ha sido. Pasamos siglos guiándonos por oscuridad que no se acerca ni a lo más mínimo de la verdad.

Las cuatro estaciones cambian cada cierto tiempo. Vemos el invierno, pero no nos falta una taza caliente de chocolate. Quizá vemos el otoño pintado de oro y bañando nuestros ojos en piscinas de pintura naranja-rojiza. A veces el verano viene y nos damos cuenta de que la sandía a nuestro lado, es nuestra única salvación para no morir de sed. Y cuando la primavera por fin llega, vemos todo el mundo volver a florecer.

Es lindo. Bonito. A mi me gusta.

También, de alguna manera, nuestros ojos pueden alcanzar a ver mini universos cuando es de noche. Lo más importante es que nuestros ojos también alcanzan a ver mini universos de día. Las veinticuatro horas y los siete días de la semana están rodeados de millones y millones de mini universos, que, por desgracia, aún existe humano que no los puede ver. Es normal. Luego vemos el día como nuestro estado de ánimo, a veces no tenemos motivación para empezar a caminar, y ahí es cuando llega lo gris. No hay que prestarle tanta importancia. Un día mezclé unos cinco colores distintos, que variaban entre azul, rojo, amarillo, verde, blanco, etcétera, y por supuesto, pensé que resultaría siendo café, bueno, para mi más miserable resultado, salió gris. Ay ese gris tan feo.

No lo es. Claro que no. Digamos que estamos mezclando todo lo que vemos y sentimos, al final somos un conjunto de paradojas. Hacemos y no hacemos. Deshacemos y volvemos a hacer. Decimos tal cosa que termina siendo otra. Y al final queda un gris oscuro que nos deprime. Con ninguna razón debería deprimirnos cuando el día se torna gris. Solo significa que el cielo se cansó de no poder crear café y terminó mezclando todo, haciendo gris. Pero al cielo no le importa. El cielo pobrecito sólo quería dejar caer la lluvia.

Después vemos la noche. Lo que nuestros ojos perciben tan sólo son pequeños puntos de morado, azul oscuro y un índigo al final del horizonte. No, no describí un arcoiris. Todo tiene su nombre, y lo que no tiene lo llamamos 'cosa' por conveniencia. Los humanos tienden a olvidar mucho. El punto, cuándo hay tantos puntitos y rayitas que suben y bajan, bajan y suben, se dan la vuelva y cha cha ¡cha! Al final podemos ver con nuestros dos ojos, una Aurora Boreal. Un fenómeno hermoso.

Lo triste es que no podemos olvidar que a veces la Luna también se siente sola. Todos los días alumbrando caminos para que el humano sea capaz de ver lo que se encuentra debajo de sus pies, gracioso, porque el humano mismo es el que no nota su propio valor. Tan concentrado en un aparato que no le salva ni la vida, sino que la arruina. Dejando pasar de lado detalles tan importantes que ni una persona miope, como tú y como yo, podría dejar pasar. Por eso les digo que la Luna también ha de estar cansada de que llegue la noche. Y es que llega tan pronto. Pero está bien. Esa redonda bola de luz no puede dejar de brillar por sí sola.

Todo es la culpa del Sol. Culpemos al Sol por todas las desgracias que la Luna tiene que ver. Pero nuestra bonita estrella tampoco se cansa de alumbrarnos y ahí si no podemos culpar a nadie más que a esa estrella bonita llamada Sol. Antes detestaba su luz, tan calurosa y sofocante, lo peor es que lo tenía que sufrir todos los días. Bajo ese gran, gran, gran Sol de las mañanas. Pero me diagnosticaron con déficit de vitamina D y tuve que aprender a amar al Sol.

Sí. Es muy bonito. Claro, si no se perdieron en tantas cosas innecesarias que dije. Les digo, no es tan difícil de entender, solo es un revoltijo de metáforas sin terminar y de símiles que no comparan nada. Y quien entendió mi lluvia muy, más que muy, demasiado, desorganizada de ideas, bien por ustedes. Todo lo que describí es nuestro mundo, que lo más malévolo que voy a decir sobre el es qué, realmente no sabemos cuando va a terminar.

Dolores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora