Capítulo 1: nuestra habitación

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Sostiene su mano, agarra su cuerpo o sujeta sus ojos. Lo tiene cerca, puede sentir su respiración en el cuello, barrer sus hombros y limpiar su pecho. Quiere protegerlo, mantenerlo a su alrededor, asegurarse que sea feliz. Insiste en abrazarlo, se aferra a su cuerpo y observa el rostro cambiante, bañado por la luz de su mirada.

Lo encandila, siempre lo hace. Cierra los ojos y se deja llevar. Siente, por primera vez como el otro se aferra a él, por la espalda. Están tan cerca que sus bordes se fusionan, los márgenes dejan de existir y son uno. En su existencia compartida son infinitos. Fantasmas que pretenden vivir como dioses en un mundo de mortales. Aunque todo a su alrededor es complicado y la muerte es la constante, eligen creer, quieren pensar en el poder de lo que poseen como Comandante y Capitán.

– Levi, no me sueltes – cuando su compañero se quiere separar, lo sostiene con fuerza con su brazo izquierdo – sé que no tengo la fuerza para retenerte, pero no te vayas.

– No me iría... pero tengo calor, Erwin – se sienta en la cama y agarra con firmeza la mano de su pareja.

Se miran a los ojos. Levi, se acerca y besa la cara angustiada que lo observa con pesadez.

– ¿Tenés miedo Erwin? – no puede sostener su mirada.

– Siempre – contesta seguro. Una extraña confianza, mas como una verdad certificada.

Levi no tiene que contestar, sabe lo que es temer por la vida de alguien más, de querer aferrarse a su pareja y tener los deseos más egoístas de todo el mundo.

– Ojalá nunca tuviéramos que irnos, ojalá pudiéramos existir así, en esta paz – comenta levantándose y mirando por la ventana cercana a la cama.

Es Erwin el que se queda sin contestación y se contenta con observar el reflejo de su figura enmarcada por la luz de la luna. Siente las vibraciones del miedo y desea poder evaporar las dudas, asegurar un futuro pacífico, pero sabe que no puede. Sería mentira, prometer humo que se escapa cuando se lo mira. Suspira y se levanta. Sujeta la sábana para cuidarse del frío. Camina pisando lento y firme, como si dirigiera a toda la Legión tras su espalada, pero no. Están solos, Comandante y Capitán, más vulnerables que nunca. Apoya su mentón sobre la cabeza de su pareja y exhalan al unísono.

– Me encantaría construirte el paraíso, Levi – rodea con su brazo ambos hombros del contrario y lo acerca, observan la luna en su esplendor – Sacrificaría mi vida por verte bien y fuera de estas murallas – adivina la reprimenda con la que va a contestar su Capitán y continúa antes de que lo interrumpa – Pero no lo haré. Porque prefiero pasar el último segundo de mi existencia a tu lado. No puedo asegurarte una vida libre de sufrimiento, no importa cuánto lo desee, no puedo – contiene en su interior las lágrimas, no quiere llorar frente a su pareja.

– No necesito que me construyas nada, ni que me prometas alguna cosa. Ya renuncié a la vida libre de muerte a la que siempre aspiré. Erwin, donde hay muerte siempre habrá muerte. Ahora solo deseo que esa muerte no sea ni la tuya ni la mía. Porque soy egoísta y te quiero para mi toda la vida. Y quiero vivir para disfrutarte – hace una pausa como si las estrellas pudieran darle una respuesta, una solución – Lo siento...

Erwin no entiende porque pide perdón, pero si comprende que debe apoyarlo. Le da la vuelta y sostiene su pequeño pero fuerte cuerpo. Lloran abrazados, derraman tantas lágrimas, que el cielo se apiada y comienza a llover. Comparten angustias y dolores en una noche eterna, y cuando los ojos se secan, se retiran y duermen abrazados, acariciándose las heridas, sanando las cicatrices y construyendo ladrillo a ladrillo un muro de confianza y esperanza.

El amanecer llega y los amantes lo reciben susurrando, sujetando una mano con la otra, abrigándose. El deber no espera y al poco tiempo se levantan, se preparan con las correas y el equipo. Se miran en un espejo, parecen cansados y con razón.

Levi abraza por la espalda a Erwin y aspira el aroma cálido y frutal de su perfume. Smith se deja hacer, siente paz. "Calma antes de la tormenta", se dicen mentalmente.

– Te amo – susurra Levi, separándose de su espalda – Te amo mucho, Erwin – repite con la voz quebrada.

– Volvamos vivos – propone como respuesta.

– No. Volveremos vivos – afirma.

Erwin se da la vuelta y se besan tiernamente durante los últimos minutos antes de partir.

– Cuidate – dice Erwin antes de tomar caminos diferentes.

– No mueras – grita Levi en su interior, aunque lo pronuncia bajo, más como una súplica.

La noche previa - ErwinxLeviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora