5 - Cita con la desgracia

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Jennifer

Ver a Kala dos veces en tan poco tiempo fue difícil de asimilar. Y más aún teniendo en cuenta que incluso en la tienda de arte era difícil verla porque Arturo enviaba algún empleado a su casa cada semana para llevarle el mismo pedido de siempre.

Lo hacía mientras tomábamos sus clases y lo continuó haciendo después, supongo que para evitar que comprara en otra tienda y quedarse sin clientes.

Cuando la vi entrar con su amiga se me revolvió el estómago. Esa niña caprichosa había causado un desastre días atrás y tuvimos que juntar todo en la librería para quedar bien con la dueña.

Arya parecía no haber cambiado en lo más mínimo. Cuando la conocí también se enojó por no obtener la estupidez que quiso y acabamos peleando todas en la casa de Jennifer. Desde ahí no volví a visitarla, ni buscarla, ni hablarle. Nada.

No nos odiamos. O eso creo. Pero es extraño compartir espacios después de tanto tiempo porque no guardo ningún rencor y dudo que ella lo haga. En realidad, así como nos acostumbramos a compartir la vida, de la misma forma nos acostumbramos a no tenernos y creo que está bien. Supongo que soy demasiado vergonzosa en cuanto a ver gente del pasado se trata porque incluso cuando veo amigas de la infancia con quienes simplemente dejé de hablar, evito a toda costa mantener charlas demasiado largas o incluso a veces me escondo.

Aunque suene tonto, me siento incómoda compartiendo tiempo con adolescentes aunque yo también sea una así que decidí que lo mejor sería esperar lejos de la entrada a la tienda la llegada de Ana y Camille y caminé hasta la otra esquina donde había una heladería.

El sol quemaba y los ojos ardían aunque usara los lentes más oscuros que encontré y pensé que si permanecía mucho más afuera podría derretirme así que para compensar, me decidí a comprar un helado pero para evitar tomarlo demasiado rápido le envié un mensaje a Ana.

¿demoran mucho?


Esperé contando hasta diez. Si no respondía, me compraría uno de dos sabores. Si respondía, solo compraría de uno.

一¿Qué puedo ofrecerte? 一preguntó el cajero cuando me vio entrar.

«Sí que tiene ganas de vender» pensé.

一Un helado de... 一revisé la pantalla del celular donde no había ninguna notificación nueva 一dos sabores.

一Excelente. 一sonrió 一 ¿Algo más?

一No, nada más. Gracias 一le respondí y me dirigí al mostrador para buscar mi helado.

一¿Qué sabores, dulzura?

Leí el cartel del fondo con todos los sabores y la mujer pelirroja se movió para que pueda leerlos todos.

Vainilla, crema tramontana, varios tipos de chocolate, dulce de leche, menta, coco, frutillas, caramelo, café, avellanas, cookies, banana... era imposible decidirse ante tantas y tan deliciosas opciones.

一No sé, no estoy segura... 一respondí al fin 一. ¿Qué me recomendás?

一Mi favorito es el de vainilla 一comentó el cajero 一. Simple, clásico, interesante.

一Y con menta queda riquísima 一segundó la pelirroja.

一Nunca estuve tan de acuerdo contigo, Lilean 一sonrió el chico 一Pero qué le parece a nuestra clienta?

一Me parece una idea perfecta 一respondí.

El helado se veía bello y muy prolijo. Supongo que fue consecuencia de que no hubiera nadie más esperando lo que le dio a Lilean el tiempo suficiente para dejarlo digno de una sesión fotográfica. Una bola verde con trocitos negros comenzaba a derretirse sobre el cucurucho pero se mantenía en su sitio gracias a la calefacción del lugar.

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2021 ⏰

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