Asedio | taekook

1

Blue Hawaii.

Polonia
1947

"Corre.
Corre más rápido, porque sabes lo que te harán si te atrapan con vida."

Ideologías nacionalistas y muertes en números descomunales, definitivamente cualquier sentimiento que pudiera estar relacionado con el poder experimentar algo reconfortante acerca del estado  en que los países se encontraban era completamente lejano, el correr por tu derecho de vivir era un ejemplo de ello, un ejemplo de las muchas crueldades de las cuáles el ser humano era capaz de hacer a los degenerados.

Jeon Jungkook nunca fue problemático, siempre lo habían descrito como un chico callado, capaz, hábil, pulcro, atento y entre otras cosas que le hacían sentir abrumado, aunque con el tiempo realmente se había acostumbrado a recibir esos bochornosos halagos.

"¿Tú no puedes hablar o porque nunca nos contestas? " le preguntó alguna vez un compañero de la guardería donde su progenitora le dejaba en esos largos días en dónde el chico deseaba desaparecer, en su momento se sintió avergonzado y corrió, huyendo de la conversación ya que odiaba hablar con la gente, ahora era una situación que siempre le sacaba una sonrisa cada vez que recordaba la escena.

Aunque si Jungkook se detuviera a analizar su vida se daría cuenta que siempre estaba huyendo.

" Jungkook siempre ha sido tan bueno, es tan educado y responsable, debería de enseñarle un poco a mi hijo." escuchó decir a las odiosas amigas de su madre, quienes siempre tomaban el té en su casa y de sus grandes bocas salían risas asquerosas sobre temas triviales, esto siempre le irritaba; le molestaba mucho la gente que no hablara cosas de importancia.

A él le molestaba que le hablaran de cosas sin importancia.

La mayoría de la gente que conocía a sus padres creían que él era perfecto, un buen mozo, buen hombre, buen hijo, buen estudiante que era atractivo al ojo humano, con una belleza que podría embelesar a más de una mujer y con una familia forrada en sucio dinero.

Jeon Jungkook era perfecto a los ojos de los otros.

Sin embargo, nunca fue normal.

La primera vez que besó a un chico fue cuando todavía asistía a su escuela básica, siempre fue un muchacho curioso y dispuesto a enriquecer su conocimiento de todas las maneras posibles;  había escuchado sobre los besos hace un tiempo, no porque en su familia se los dieran, en este tiempo el ver un beso entre su madre y padre solo podía hacerle sospechar de sus repugnantes intenciones detrás de éste, ellos tratando de siempre complacer a los demás, recuerda haberlo visto en uno de esos canales de televisión que pasaban a altas horas de la noche, ese tipo de días en que su madre no aparecía por la casa en ningún momento.

Los protagonistas de la escena que el infante miraba se tocaban con morbo y lujuria, los jadeos y gemidos del filme llenaban la habitación vacía y fría que la luz de la luna adornaba.

No obstante no pudo observar más de ello, le hacía sentir extraño y sucio, sin embargo había algo que él no sintió totalmente desagradable.

Este suceso no hizo más que despertar su curiosidad; " ¿Qué sentiré si yo hago lo mismo? ¿Las cosquillas en mi estómago vendrán de nuevo?" el azabache realmente se lo preguntó toda la noche, no pegando ni un ojo en lo que quedaba de la velada, en realidad pudo dormir reducidos minutos, ya que en el momento que salió el sol, despertó con la cara de su molesta criada en frente de sus narices, anunciando que iba a ser trasladado a la escuela en unos minutos.

A veces desearía no haber asistido ese día.

Jimin era el mejor amigo de Jungkook, pensaba en su mejor amigo porque era una de las pocas personas de su edad con quién obligadamente tenía que convivir, hijo de una buena familia la cuál claramente sus padres se veían por conveniencia para hacer negocios por lo que tenía que compartir en bastantes ocasiones espacio y tiempo con él, y con el paso de los años juntos, se había vuelto muy cercano a él, llegando a ser un confidente para el chiquillo.

" ¿Qué mierda, Jungkook? ¿Acaso estás enfermo? Jodido maricón asqueroso, no vuelvas a tocarme en tu vida. " Y limpiándose los labios con repugnancia escrita en su rostro dejó al de ojos cafés en el suelo.

Idiota, estúpido e ingenuo.

Él odiaba haberlo besado a él.

Odiaba haberle confiado el deseo que tenía de volver a sentir eso en su estómago.

Se odiaba a sí mismo porque desde el momento en que sus labios tocaron los de Jimin su vida comenzó a ser una maldita pesadilla.

Y desde allí comenzó a odiar el olor de los tulipanes de primavera, porque le recordaban la época en donde dejó de ser él mismo y dejó de ser feliz.