Nuestra historia de desamor

Chicle

Era un chicle en mi zapato, uno que no podía o quizás no quise despegar hasta que me di cuenta que no solo estaba pegado a mi, ¡oh claro que no!También se encontraba unido a una linda piedra que se mantenía indiferente ante la situación o fingía no notarlo, mientras se aferraba y anunciaba a todos el estar junto a la rosa goma, aunque no fuera recíproco.

La piedra y el chicle se habían prometido ya el amor eterno en un futuro, por lo que, intentar sacarlo de mi calzado era lo más sensato, sin embargo entre más me esforzaba sacarlo parecía adherirse mejor, por esto, su acompañante decidió contarme sobre qué este no era el primer zapato que visitaba, que había tratado de separarse varias veces del chicle, pero nunca lo conseguía por mucho, toda su situación me hizo querer ayudar para que saliera de su enredada citación, pero mientras ensuciaba mis dedos me di cuenta de que en verdad salir de entre la goma de mascar no era su deseo y prefería seguir ignorando como se aferraba a mi suela.

Admito que me irrito la actitud del pedrusco, por lo que decidí mantener el chicle en mi zapato, jugar un poco con él parecía divertido y una buena distracción.

Por esas vueltas de la vida probé el sabor de la golosina entre mis labios, lastimosamente esto llego a que él tratara de pegarse a mi piel sin darme tiempo para saber si me gustaba su sabor, así que decidí restarme de la ecuación, me deshice del calzado, ya no valía la pena mantenerlo y lavé bien mis manos para así limpiar los restos mugrientos de lo que alguna vez fue de color rosa.

Chicle y piedra fingen no saber que alguna vez estuvieron en mi zapato, pero sabemos que la prueba más real de que eso pasó es el anillo que tengo entre mis baratijas, que no me pertenece, el cual tiene tiene un gemelo en el dedo del guijarro y pertenecía al dedo de la goma de mascar.

Solo espero que guijarro deje de intentar cubrir el sol con el dedo y que chicle, aprenda finalmente a querer de verdad...