Prólogo

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La mañana estaba perfecta para salir a correr

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La mañana estaba perfecta para salir a correr. Los suaves rayos de sol no tardaron en calentar mi cuerpo mientras hacia mí recorrido habitual.

Con el dorso de mi mano sequé la gota de sudor que se deslizaba por mi frente. El verano había llegado y no tardó en hacerse notar.

Salir a correr todas las mañanas se había convertido en una costumbre. Lejos de ser una obligación, disfrutaba de ello.

Paré un segundo para tomar un descanso, apoyando las manos en mis rodillas.

— ¿Adam?

Enderecé mi cuerpo ante la mención de mi nombre a lo lejos. La chica que se estaba adueñando de mis sueños venía hacia mí dirección. Una coleta alta, sostenía su largo cabello rubio; ella era la chica más hermosa que habia visto. Sus ojos azules como el cielo lucían más claros en la luz del sol. Ella se detuvo justo enfrente de mí.

Mis intentos de evitarla todos estos días, se vinieron abajo en ese instante.

Sonrió como saludo. Le devolví el gesto.

—Necesito tu ayuda— se quitó los auriculares y los guardó en el bolsillo de su sudadera.—, por favor.

Estaría dispuesto a ayudarla en lo que me pidiese. Lo haría sin pensarlo. Sin embargo, sabía perfectamente lo que me me iba a pedir y algo en mí se removió incómodo.

—¿Que puedo hacer por tí?

—Alex no me ha llamado en estos días.— puso una expresión triste.

Eva es la novia de mi hermano. Mejor dicho, era. Bueno, exactamente no estoy seguro. Resulta que hace unos días tuvieron una pequeña discusión. Algo habitual en ellos. Pero el carbón de mi hermano estaba tardando demasiado en disculparse con ella.

—¿Quieres qué le diga que te llame?— pregunté lo obvio. Odiaba que tuviera que ser ella la que andara tras mi hermano. Ese idiota nunca la ha valorado.

Asintió apenada, pasando una mano por su cabello.

—Si es lo que quieres — suspiré encogiendo mis hombros —, lo haré.

—Gracias, Adam— de un salto se colgó a mi cuello dándome un abrazo.—, sabía que podía contar contigo.

Mi corazón traicionero comenzó a latir contra las costillas.

Tenerla cerca me hacía recordar aquella noche. Sus gemidos, su cuerpo desnudo, son cosas que no logro sacar de mi cabeza. Ella se había adueñado de una forma peligrosa de mi ser. Con tan solo cerrar mis ojos, la veía.

Ahora mismo solo puedo aspirar su aroma. Huele a flores, a delicadeza, a mujer.

Me maldigo a mi mismo por permitirme pensar en eso. Pero joder, sentía algo por esa chica.

Me está gustando la novia de mi hermano.

No soy AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora