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Paz.

Era una palabra que a Junmyeon hace mucho tiempo no le traía nada ni tampoco repercutía en su mente y mucho menos en su alma, era una sensación que sin lugar a dudas extrañaba sentir en su vida, sobre todo cuando pensaba en esa palabra y en su significado, algunas veces incluso le parecía difícil aceptar que algún día llegó a sentirse en paz. La palabra en su mente cargaba con un significado gigantesco y pesado, a veces hasta parecía que volvía a sentirlo cuando pasaba alguna que otra noche con Jongdae pero justo cuando parecía palparlo entonces ahí se estampaba contra la dura realidad y recordaba que todo aquello era una simple ilusión traída por la nostalgia y la costumbre de hacer algo que alguna vez hicieron sin remordimientos ni culpa. 

Sin embargo lo que estaba sintiendo en ese mismo instante con el sol colándose medianamente entre las persianas que seguían cerradas, los tibios y mínimos rayos del sol llegando hasta su cama y la respiración acompasada de alguien más que lo acompañaba bajo las sabanas, era algo que no había sentido hace años. La sensación que le traía ese momento era extraordinaria, y aunque inusual aún así le era fácil de reconocer y se trataba de la paz; la tranquilidad que había en el espacio que los dos compartían era casi palpable con sus dedos y aunque un tanto extraña para ser un Domingo por la mañana después de una noche en el bar, Junmyeon no podía negar que le encantaba poder sentir aquello después de tanto tiempo, sobre todo al haber anhelado tanto aquel sentimiento.

Sabía muy bien que no se trataba de la ausencia de Minseok en el apartamento, tampoco de que no estuviera limpiando maniáticamente mientras hablaba por videollamada con Sooyoung sobre cualquier drama o anime que estuvieran engullendo juntos -como hacían casi todos los Domingos-, ni tampoco se trataba de que la ya usual música que Minseok siempre colocaba a esa hora a todo volumen tampoco estuviera sonando. No, sabía que no era nada de aquello porque la última vez que su mejor amigo no estuvo ahí con el un Domingo por la mañana, el momento aunque tranquilo también había sido solitario y lamentable, así que la ausencia de Minseok no era el detalle.

El detalle se encontraba en la compañía, el hermoso detalle de la paz que ahora lo embargaba sabía que tenía nombre y apellido, y este se trataba de Zhang Yixing.

Sin lugar a dudas el muchacho que se encontraba ahora a su lado con el torso desnudo, los ojos suavemente cerrados y con sus fuertes pero aún así delicados brazos abrazando suavemente una de las almohadas de su cama también podía sacar a relucir en Junmyeon miles de emociones más que no había sentido en mucho tiempo, había comprobado que Yixing podía avivar el fuego que tanto había extrañado en su alma y también volver a despertar la fascinación por querer conocer a una persona hasta en el más mínimo detalle, Zhang Yixing podía mostrarle miles de emociones que una vez creyó perdidas en su vida. Pero sin duda la sensación que más le había fascinado es que Yixing también podía ser su calma, su lugar tranquilo en donde refugiarse después de una noche ajetreada, un lugar donde sabía que podía pasar horas y horas solo descansando y sintiéndose bien. 

Junmyeon no pudo evitar el suspiro que se escapo de sus labios mientras aún lo seguía observando y dejaba que su mente se sumergiera en todo lo que Yixing tenía para ofrecerle, incluso si estaba dormido, incluso si el pelinegro ahora mismo no tenía ni la menor idea de que Junmyeon estaba observando a lo que se convertiría en su mundo entero tarde o temprano.

La mirada del castaño paso rápidamente de su torso desnudo hasta sus manos enredadas de esa manera suave pero firme en la almohada, hasta el cabello enmarañado de Yixing y finalmente deteniéndose una cantidad que le resultó un tanto vergonzosa en sus labios rojos que se encontraban medianamente abiertos, sintiendo también como los latidos de su corazón aumentaban con tan solo darle una simple vista a esos labios que por fin había logrado besar hace unas horas atrás, deseando acortar el espacio que quedaba entre ellos para así poder hacerlo una vez más pero tragándose las ganas al verlo dormir tan plácidamente, no queriendo ser la razón que interrumpiera esa tranquilidad. Trato de sacudirse las ganas de besarlo así que sus ojos rápidamente pasaron de sus labios hasta su cuello, en donde no pudo evitar también detenerse porque aún se podían ver las pequeñas marcas que Junmyeon había dejado con afán -pero aún así con deseo y también con una lentitud que a Yixing le pareció una tortura- la noche anterior.

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